Opinión

Ñandú (Pedro Enrique Santos Buendía)

Es uno de esos pajarracos andarines y exóticos que descubrí sobre los diez años cuando mi abuela me daba a leer algunos libros de aventuras que discurrían por lejanas tierras como Australia, (el emú), Papua Nueva Guinea, (el casuario), o Suramerica,(el ñandú).

La Eñe es una letra muy querida para la lengua española pero exótica para iniciar palabras. Así que aprovecharé para soñar un poco.

Vivimos en la ciudad ideal: su exclusiva ubicación enamora a nuestros cargos públicos y no paran un momento de buscar mejoras a la vez que mantienen en perfectas condiciones de uso y conservación un patrimonio edilicio sin parangón. El paisaje está tan cuidado que, mirando en derredor, no aparecen urbanizaciones residenciales que amenacen la tradicional imagen de pueblo blanco aferrado a la roca con ardor. No hay vertederos ni chabolas, no se ven ventiladores ni construcciones públicas, irregulares o fabriles que lo afeen.

Las carreteras y rotondas están realizadas con exquisito gusto, minimizando al máximo las estructuras y disimulándolas con una foresta que las vuelve casi invisibles. La iluminación pública escueta, aunque más que suficiente, no oscurece las estrellas ni los valores paisajísticos que nos dan fama. El Paseo de los Ingleses discurre desde el Victoria permitiendo paseos románticos e inolvidables hasta una Alameda que la Wikipedia sitúa en los primeros puestos entre los mejores jardines mediterráneos, sobre todo tras las felices demoliciones de aquel injustificado y horrendo teatro y la no menos aberrante Casa de Cultura,(que contradicción), y la recuperación de juegos de aguas, clásicas fuentes y la coqueta biblioteca, hogaño rodeada de enormes árboles que han ocupado el lugar de los tan vilmente talados por el aposentado en el Sillón en un tiempo de mal recuerdo.

El fondo del Tajo es uno de los rincones más visitados de nuestra geografía, (al menos lo dicen las muy serias estadísticas que publica esa Junta que tan bien nos representa y cuida). El camino colgante que, desde los Baños Árabes con su antiguo portillo nuevamente abierto en el recuperado lienzo de murallas que termina en la hermosa Puerta de la Puente y tras pasar por el originalísimo parque Ecoarqueológico entremurallas, recorre la garganta del Guadalevín, se ha convertido en la estrella de los programas televisivos de viajeros por el mundo. Es espectacular la nueva postal del Puente Nuevo desde abajo, (hay que hacer colas para fotografiarse en el mirador del fondo), y los antiguos turistas están volviendo por miríadas para poder transitar el camino de la Acequia que, desde hace poco, recorre con seguridad los antiguos Molinos ya total y cuidadosamente recuperados. La clepsidra del Monstruo de las Horas abarrota el Puente y las Cornisas cuando suenan las doce notas del órgano de agua y la noche recibe al Fantasma del Tiempo. ¡Y el Molinohotel tiene ocupación completa para los próximos cinco años!.

La Ciudad… ¡Indescriptible!. Los coches han desaparecido casi por completo tras cerrar la Murallas del Barrio y dejar la empedrada calle Armiñán solo para vehículos públicos y acceso de residentes. Ya no es aquella calle loca de tráfico insoportable y ruidoso que está desviado por el otro lado del Culebras abriendo una perspectiva hacia el Arrabal antes desconocida. Perder el tiempo por los callejones, disfrutando, se ha convertido en el deporte de moda, los marbellíes de postín pasan aquí las horas muertas derrochando en sus compras, y el Museoescuela de El Castillo ha completado una oferta cultural con la que Ronda ha superado una crisis ruinosa para tantísimos otros municipios.

Tras prohibirse los chillones carteles publicitarios, por fin una prohibición positiva, para homogeneizarlos menguándolos, las terrazas de bares y restaurantes, (cuidadas, limpias y decoradas solo con plantas y mobiliario tradicional), han dado un vigor a este sector que parecía impensable hace solo unos meses. Están de bote en bote día y noche, y los que cerraron hace tan poco ni se lo creen. Gracias a éstas, y a las demás mejoras implantadas, hemos vuelto a tener futuro.

¡PODRÍA SER VERDAD!. Pero por ahora es solo un ejercicio de imaginación. Mientras la voluntad de los políticos no se apasione por Ronda, este relato seguirá siendo tan exótico como exótico es, para estos lares, el ñandú.


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