Es una hermosa palabra del acervo lingüístico español. A mi me parece bonita aunque su significado es bastante turbio y nada edificante.
Tiene una mayor sonoridad pronunciada con el acento de la Hispanoamérica del sur donde goza de gran predicamento, o mejor, de frecuente uso. Aquí no se emplea mucho en el habla, aunque su utilización para resolver asuntos públicos es corrientísima.
Su manejo suele allanar problemas de tramitación ante las distintas Administraciones, sobre todo en los negociados de urbanismo tanto municipales como provinciales y llega al tope en los de nuestra Autonomía. Seguramente por eso de que también estamos al sur y suena mejor. Con harta frecuencia no es ofrecida sino que se exige, y su persecución judicial queda muy obstaculizada por el control que el poder político ejerce sobre el judicial, cosa que siempre niegan los barandas de turno aposentados en los distintos y numerosos templetes que abarrotan la Administración.
En Ronda también se acostumbra, no íbamos a ser menos. Y con mucha frecuencia, desgraciadamente. Tanta, que fue basamento para que el dios local apostatase de su religión y, con cargos y bagajes, bien acompañado por los sumos sacerdotes del momento, se apuntase a la secta de más éxito de los últimos tiempos. Secta conocida como El Pesebre, de límites difusos y no escindida formalmente de su matriz que presume siempre de su unisecular honradez. El principio rector de esta secta es: todos los nuestros con el estómago siempre lleno y los de fuera hambrientos. Este principio es capaz hoy día de mover montañas y, desde luego, de borrar conciencias y desinflar voluntades.
Los propulsores principales para la apostasía reseñada fueron dos. Que seguiría siendo el dios local el primero. El segundo, una peculiar coincidencia entre su autocreencia y la nueva: las dos tienen rey mago, aunque el nombre que lo designa es muy raro: PGOU. Éste suele generar múltiples formas de coimas y viene cargado de regalos para unos pocos. Como el denominado Albercón: enorme piscina sin una gota de agua que iba a llenarse con miles de metros cuadrados construidos.
A ello se unía la necesidad de contar con un buen parapeto protector pues el diablillo penal empezaba a asomar sus cuernecitos por la última mastaba. De todas formas el dios local ya contaba, desde mucho antes, con la ayuda discreta y subterránea, (a pesar de lo dificultoso de mover las alas bajo tierra), de dos arcángeles coterráneos con los que compartía algunas limosnillas, practicantes de dos religiones distintas aunque en mi opinión dos ateos convencidos, que daban aires de imparcialidad a muchas decisiones. Además del rey mago PGOU, tan generoso cuando se le trata con inteligencia, también estaba arropado por patronos de tronío: Eroski, Merinos… En fin, toda una tupida red.
No me puedo alargar y no quiero terminar sin pedir a los que ahora ocupan el Sillón que destierren estas sacrílegas prácticas corruptas definitivamente, aherrojen a sus usuarios y abran o derriben tantas puertas que en el Ayuntamiento las facilitan. Petición que como ciudadano convierto en exigencia: den el adiós definitivo a la Coima.