Todos los datos apuntan a que nos encontramos ante unas elecciones cuyo desenlace final es de fácil previsión. En nuestra joven democracia no había ocurrido antes. En la carrera que ahora acaba de abrirse se apuesta fuerte por el caballo ganador, el cual acapara todos los vaticinios que le auguran una gran victoria. La encuesta del CIS no deja lugar a dudas. El Partido Popular enfila hacia una victoria de las que hacen historia. La muestra ha sido amplia – 17.000 entrevistas- lo que despeja muchas dudas del resultado final. Pero son las urnas las que tienen la última palabra.
Aunque resulte arriesgado fiarse de las encuestas políticas el resultado ha sido tan contundente que nos hace pensar que con él en la mano se despejan la mayoría de las incógnitas, sobre todo si se tiene en cuenta el anunciado sorpasso en Andalucía. En la tierra de María Santísima, la encuesta otorga a los populares la victoria en siete de las ocho provincias. Tal vez se salga de la cazoleta Sevilla, donde se ha echado mano de la vieja guardia socialista para contrarrestar el empuje avasallador del contrincante. González y Guerra recurrieron a la estrategia de magnificar los resultados obtenidos contra ETA, ¿pero no se acordó que el terrorismo no sería enarbolado en la campaña?