Parece que por una vez la suerte nos sonríe y el Plan Estratégico Europeo para el desarrollo del transporte ferroviario de mercancías pasa por Ronda. Finalmente, los técnicos se decantaron por la solución más lógica y por completar las infraestructuras ya existentes. La cercana estación de Santa Ana, en Antequera, y el avanzado estado de ejecución de las obras del AVE a Granada, han influido decididamente en la decisión de conectar Algeciras, principal puerto del sur de Europa, con Madrid y con el corredor ferroviario del mediterráneo que le enlaza al resto de Europa.
En ambos casos, el acceso natural al Campo de Gibraltar sigue siendo el trazado ferroviario que Carlos Lamiable diseñara con acierto a finales del S. XIX. El proyecto supone una inversión multimillonaria, -parte de la cual ya se ha ejecutado-, para desdoblar la vía entre Algeciras y Antequera y su posterior electrificación. La inversión constituye además una inmejorable oportunidad para el desarrollo industrial de nuestra localidad, pues la alta velocidad es un argumento primordial para terminar con el secular aislamiento de Ronda y para reducir las distancias, en tiempo y en kilómetros, que impedían hasta ahora la instalación de empresas y el desarrollo de nuestra ciudad.
Deberían tomar nota nuestros políticos, -los de antes y los de ahora-, y darse cuenta de que el mundo no empieza ni acaba en el Tajo de Ronda ni en su Plaza de Toros. Y lo digo porque a pesar de que nuestra ciudad cuenta con unos argumentos turísticos inmejorables que le permiten ser la tercera ciudad más visitada de Andalucía, ello no ha impedido que su renta per cápita sea una de las más bajas de nuestra comunidad, de España, y de buena parte del territorio europeo, con una tasa de desempleo que supera ampliamente el treinta por ciento de su población activa.
Y es que de las buenas vistas no se come, o al menos no come todo el mundo, y hacen falta argumentos de más peso para situar a Ronda en el mapa de las infraestructuras y dinamizar así la paupérrima economía de una ciudad que lleva décadas estancada en treinta y cinco mil habitantes, porque no hay trabajo para más gente y las nuevas generaciones tienen que emigrar a zonas que ofrecen mejores oportunidades laborales.
“Sin infraestructuras no hay desarrollo”, y una vez más hay que recordar el daño hecho, -no sólo a Ronda, sino a toda Andalucía-, por un modelo político que apostaba por subsidiar nuestra economía mediante ayudas al desempleo agrario (y que ahora, en tiempos de crisis, tocan a su fin), que sólo lograron desincentivar el desarrollo industrial y propiciaron el progresivo abandono del campo andaluz, al menos en cuanto a lo que agricultura tradicional se refiere.
Deben aprender nuestros políticos a mirar el mapa, -decía-, y no limitarse a pedir, por ejemplo, una autovía que llegue hasta Ronda por el simple hecho de ser ésta una ciudad monumental de singular belleza; sino una autovía que “pase” por Ronda de camino hacia Estepona y Algeciras y suponga un nuevo acceso a la Costa del Sol occidental, porque los turistas que acuden a sus playas se ven obligados a hacerlo por la autovía de Málaga y a cruzar las localidades de Benalmádena, Fuengirola, Mijas y Marbella, -llenas a rebosar en época estival-, antes de llegar a su destino.
Una autovía que conectara la A-4 a la altura de Écija, con Osuna, Ronda y Estepona, sería una alternativa para descongestionar el saturado acceso a la capital malagueña. Pero ello supone cambiar la mentalidad de nuestro políticos locales, que han de abandonar su atávico chauvinismo y darse cuenta de que Ronda no es el centro del mundo, sino que se encuentra ubicada en el extremo sur de la península, y sumar esfuerzos junto a sus colegas del Campo de Gibraltar, de la Costa del Sol Occidental y de las localidades sevillanas de Osuna y Écija, para reclamar un proyecto que enlazaría tres importantes ejes de comunicación, como son la nacional A-4, la A-92 y la autopista del mediterráneo.
Espero también que los ecologistas estén a la altura que exigen las circunstancias y sepan conjugar la defensa de nuestros valores medioambientales con un proyecto ferroviario que permitirá superar el ancestral aislamiento de nuestra comarca y dinamizar su economía. Serán necesarias, sin duda, medidas que minimicen su impacto ambiental, pero no serán admisibles, -ni los rondeños lo entenderían-, acciones dirigidas a bloquear su construcción, como antes sucedió con el proyecto de los campos de golf o con el circuito Ascari, porque ya digo que sólo del paisaje no se come, y a la vista está, si nos atenemos a las escalofriantes cifras de paro que sufre nuestra comarca.
Y como contrapunto a la euforia de la noticia, han caído como un jarro de agua fría las declaraciones del Presidente de la Diputación Provincial al afirmar “que proyecto aprobado es un error que hay que corregir, porque no se puede dejar a Málaga al margen del corredor mediterráneo”. Afortunadamente estas decisiones las toman los técnicos, porque ya sabemos que los políticos andan siempre pensando en su sillón, -y más cuando se acercan elecciones-, y las críticas del presidente van dirigidas seguramente a contentar a los votantes de la capital y de la costa, que nos ganan por mayoría.
A las críticas de Elías Bendodo se sumaron también las del Alcalde de Málaga y la del Portavoz del PP en el Senado, Pío García Escudero. Deberían ser sus propios compañeros de partido los primeros en recordarles que tanto Ronda como Antequera forman parte de la provincia malagueña, y que ambas ciudades cuentan con alcaldes del Partido Popular, no vaya a ser que por “disciplina de partido” agachen la cabeza y se callen, como sucede a menudo, Ronda pierda su última oportunidad y la cosa acabe como en las guerras de Gila, cuando decía aquello de “Al suelo, que vienen los nuestros”.