Triste historia la que hemos vivido esta semana en la ciudad del Tajo. No es nada agradable ver a personas que conoces, lejos de la simpatía que le puedas tener a cada uno, en una situación tan difícil y complicada. Lo personal y la política nunca se deben mezclar, y en muchos casos cometemos ese tremendo error.
Lejos de este aspecto, ahora lo único que se impone es la prudencia, el dejar a la justicia que haga su trabajo y que la Policía investigue lo que considere oportuno. Será cuando concluya este proceso cuando se tengan que afrontar las posibles responsabilidades, antes todo el mundo tiene derecho a su presunción de inocencia.
Lo triste es la imagen que se ha transmitido de la ciudad de cara al exterior. Eso ya tiene un complicado arreglo. Por eso la normalidad se debe imponer mientras sigue todo este proceso. La vida sigue adelante y la ciudad tiene que seguir funcionando. Que se haya puesto la mira sobre algunos temas urbanísticos no puede provocar que todo quede paralizado, aunque las sensaciones no son nada buenas.
También debe reconocerse el gesto que han tenido los cuatro ediles que se han visto salpicados por este asunto. Lo contrario hubiese sido el alimentar una situación que hubiese dañado todavía más a Ronda. Así se evita una situación delicada que únicamente hubiese provocado mayores complicaciones. Es de agradecer.
Ahora le toca al PSOE recomponer su formación, que ha quedado seriamente dañada tras quedar descabezada la cúpula del mismo.