Probablemente muchos de ustedes esperan que en esta columna uno se explaye sobre la figura, un tanto, por no decir bastante, desprestigiada, del que fuera alcalde de nuestra ciudad, Antonio Marín. Pero la verdad es que tras los tristes acontecimientos vividos en nuestra ciudad en estos días, no es lo que me pide el cuerpo. Las cosas le saben a uno mejor cuanto más fuerte es el rival, que no enemigo, y el momento del ex alcalde es cuando menos delicado. Además, porque no creo que Marín Lara haya sido el peor parado de todo lo ocurrido en una semana muy larga, que sin duda no ha acabado todavía porque el asunto traerá más cola que las dimisiones de los cuatro exconcejales detenidos, porque la gran derrotada en principio es Ronda, que se ha visto sumida en una vorágine de noticias que en nada favorecen los intereses de la Ciudad del Tajo. Cualquier publicidad negativa puede afectar de cara a nuestra primordial industria que son el turismo y nuestra imagen exterior.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a romper una lanza a favor de Marín Lara, que al menos ha demostrado que su imagen prepotente que tanto se ha criticado no es una “posse” momentánea que le venía dada por el ejercicio del poder sino que viene marcada en su carácter y ha sabido mantenerla en los momentos más difíciles dando la cara ante los medios informativos y manteniendo una sonrisa, a veces un tanto forzada, cuando sus compañeros de aventura judicial sólo se preocuparon de huir de una foto a la que Marín plantó cara con gallardía y con esa postura “semichulesca”, dicho en este caso con todos los respetos de la que siempre ha hecho gala Marín Lara.
Por tanto hemos visto la imagen de Marín Lara en estado puro y es de agradecer que en estos tiempos en los que los cambios de imagen adecuada a las circunstancias (ver Rubalcaba en sus últimas apariciones) están tan de moda, Marín se haya mantenido fiel a sus principios y eso le honra (aunque los principios y las formas sean equivocados).
Un abrazo.