Entre ciudades andaluzas, aunque sean de distintas provincias, existen vínculos olvidados o que bien ignorábamos; pero que, como en determinados momentos o épocas dejaron huella, no es extraño que, de vez en cuando, de forma espontánea, algún sencillo hecho nos venga a traer a la memoria esos inmateriales y líricos lazos que fomentaron, en cierta manera, la unión de dos poblaciones de nuestra amada región andaluza. Nos referimos a los existentes entre Puente Genil y Ronda, que, en otro aspecto, también llegaron a participar de idénticas leyendas populares de bandidos, más o menos generosos, y de contrabandistas sin miedo que recorrían nuestras respectivas sierras.
En la mítica revista literaria La Diana, símbolo de las inquietudes artísticas de los años finisiculares del XIX, de Manuel Reina, de Puente Genil, colaboraron con asiduidad nuestros Pérez de Guzmán y Ríos Rosas. En años más cercanos, otro natural de esa población cordobesa, Joaquín González Estrada aconsejaba en versos admirables:
¿Quieres conocer a Ronda?
En el silencio señálala.
En la ausencia nómbrala.
Un sabor de eternidad
tiene la copla primera
que se vuelve a recordar.
De esa llamada que propugna el conocimiento de Ronda, han hecho años después causa común un numeroso grupo de paisanos del poeta; ochenta y siete personas que llenaron dos autobuses, componentes todos de la Asociación de la Cátedra Intergeneracional de la Universidad de Córdoba en Puente Genil. Animaron nuestras calles y admiraron nuestros monumentos, asistiendo a cuantos festejos pudieron.
Curiosamente, ya que hablamos de vínculos, su presidenta es una rondeña que lleva a nuestra tierra en el corazón: Mari Pepa Cañestro. A ella, al secretario de la Asociación, Luis Fernando y a Petri Guillén hay que agradecerles que hayan puesto una pica para estrechar lazos olvidados y acercar nuestras ciudades.