El trabajo de la Guardia Civil ha dado sus frutos de manera pronta y sin alterarse por las quejas por parte de algunos vecinos ante la falta de detenciones. Los agentes han permanecido impasibles ante las filtraciones, los rumores o las líneas de investigación que se iban conociendo conforme avanzaba la investigación.
También debemos reconocer el trabajo realizado por los agentes de la Policía Local, que aunque inexpertos en este tipo de casos, han puesto todo su conocimiento sobre la población a disposición de los investigadores para llegar a la resolución del caso.
Además, los agentes también han tenido que soportar al ejército de periodistas que han permanecido en la localidad durante estas dos semanas, tratando de torear sus preguntas de una forma educada. Eso sí, sin decir ni una palabra sobre los datos que se han ido filtrando.
La profesión periodística no ha quedado nada bien en este caso, aunque los culpables han sido un par de individuos que no han tenido escrúpulos a la hora de hablar de este asunto. Todo les valía con tal de dar morbo al asunto, y no todo debe valer a la hora de informar, y mucho menos en un asunto tan grave y doloroso. Por cierto, es de elogiar la actitud de algún compañero que ante semejante forma de trabajar decidía marcharse y no continuar con el circo que algunos han montado con tal de ganar algo de audiencia en sus depauperados índices diarios.
Afortunadamente, los arriateños han sabido diferenciar a estas personas del resto de informadores, aunque todos hemos tenido que padecer los efectos de su actitud, como el no poder entrar al Ayuntamiento ni para ir al servicio. Gracias compañeros por dar esa imagen de la profesión, aunque la gran mayoría ha tratado el asunto con respeto y en especial a los familiares. Tampoco Arriate se merecía los comentarios que se han vertido en algunos programas que no tenían ni la más mínima relevancia para las informaciones del caso.