Suena el despertador. Hoy es un día más en mi búsqueda de empleo a conciencia. Tengo 25 años y llevo licenciada algo más de un año, aún no he logrado mi objetivo: obtener mi primer empleo. Al poco tiempo de solicitar mi título pensé que sería buena opción apuntarme al paro, por si me llamaban de alguna oferta. Fue la primera vez que pisé la oficina del SAE. Me informaron que era obligatorio acudir tres veces a un orientador laboral. Pensé que podría ser útil aquello, que me podría aportar algo positivo. Allí me presenté, algo nerviosa, el día y hora estipulada. Esta primera cita fue un poco desilusionante. Quince minutos hablando de mis expectativas laborales, preferencias, cómo estaba buscando empleo y currículum vitae. A la segunda cita, pasadas un par de semanas, llevé mi currículum. La orientadora se limitó a decirme que debía reducirlo y me endosó un listado de empresas/entidades a las que podía remitir mi currículum. Fue bastante desilusionante y me di cuenta de lo poco que me servirían estas citas. En la última cita, básicamente le conté los sitios donde había remitido mi currículum. Ella se quedó con mis datos “por si sale alguna oferta interesante para tí”.
Desayuno y enciendo el ordenador. Ya tengo mi currículum en las principales páginas de búsqueda de empleo y/o becas. Portal del Sae, Infojobs, Empleo.Trovit, BOE, BOJA, etc. Tardo entre una hora y media y dos en visitarlas, echar las ofertas interesantes, comprobar que no me han preseleccionado en ninguna que he echado anteriormente y hacer un mailing masivo a empresas interesantes. La mayoría tan siquiera se molestan en contestar. También he mandado currículums por correo a empresas más lejanas y los he entregado presencialmente en las más cercanas, en Ronda, Málaga, Granada, Sevilla, etc.
En todo este tiempo se te pasan muchas cosas por la cabeza: Tirar de contactos, el tradicional “enchufismo”. Sirve de poco y puede crearte una mala imagen. Montar “algo” por tu cuenta. Te animan desde cualquier administración, pero no te cuentan que las subveciones pueden tardar más de un año en llegar. Y la que parece más interesante, irte al extranjero o a una gran ciudad. Para lo cual necesitas saber idiomas y no importarte estar lejos de familia/amigos.
Son las 12 y sin novedades en el frente. Muchas preguntas y sentimientos ocupan tu mente día a día. Siempre lo mismo. ¿He estudiado lo correcto? Si hubiera estudiado esto o aquello hubiera tenido más salidas. ¿Y si hago otra carrera? No, no tengo dinero, y mis padres bastante me han apoyado ya. Los que te rodean te ven más seria que de costumbre e intentan animarte. No te preocupes, algó te saldrá. Pero las cifras de desempleo son desalentadoras afectando en un importante porcentaje a los jóvenes. Y te da por pensar ¿qué están haciendo nuestros políticos para ofrecer empleo de calidad a los jóvenes rondeños? ¿hay vida más allá de los talleres de empleo o los planes de un mes empleo? ¿tenemos un sitio los universitarios en Ronda? Ante el panorama que se presenta frente a mis ojos sé que en Ronda no acabaré, la veo como una ciudad para cuando me jubile. Si crearan un buen vivero de empresas que animara a los jóvenes a invertir en sus proyectos o prácticas remuneradas para universitarios en empresas rondeñas, algo cambiaría. En definitiva, apoyo económico y material al tejido empresarial de nuestra ciudad. Existen locales infrautilizados o abandonados en nuestra ciudad (por ejemplo, Centro interpretativo el mueble rondeño o paradas del mercado de Abastos). Estoy segura que si estos y otros sitios se pusieran a disposición de jóvenes o familias con ganas de poner en marcha sus ideas y con unas condiciones atractivas para ellos se contribuiría a paliar el desempleo. Más ideas innovadoras y menos planes locales de empleo, que significan solo pan para hoy y hambre para mañana.
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