Podrían decirlo más alto pero no más claro. Ecologistas de la Serranía de Ronda alegan contra el proyecto de construcción de la autopista entre Ronda y la Costa de la Sol y esgrimen razones que muchos secundamos.
Tienen algunos en las mientes, por lo visto, unir la Costa, bulliciosa y rutilante, imperio del ladrillo y la construcción más desaforada con la tranquila y “ensoñadora”( Rilke dixit), ciudad monumental donde las haya, con una autopista de peaje. Una vía de proporciones gigantescas, si se calibran los terrenos que para su trazado van a necesitarse, que supondrá una colosal herida para unos parajes como los de la sierra Bermeja, que hasta ahora se había mantenido indemne de los desafueros de administraciones desbocadas y constructores insaciables. Vendría a ahorrar unos pocos kilómetros y otros no muchos más minutos al turismo ansioso del disfrute de los encantos del interior. Atributos éstos, por todos reconocidos que, paradójicamente, empezarían a mermar tan pronto como el flagelo del asfalto deje sus huellas sobre ellos.
Vegetación exclusiva de la zona, roquedal asimismo insólito por su rareza en el ámbito mediterráneo, acuíferos que humanizan la vastedad de la masa forestal, sufrirían los zarpazos del desmonte y la irrupción agresiva de los túneles en sus entrañas, entre otros atentados que puedan dejar su impronta de manera irreparable.
No, señores, no es una buena idea. Dejen ustedes estos parajes tranquilos. Hay pueblos en la Serranía que sufren – han sufrido siempre – marginación y penuria. Está bien que le echen una mano para sacarles de un su atraso de siglos. Pero, ¿ creen ustedes que es esta una de las mejores formas de hacerlo, teniendo en cuenta que existen otras solucione intermedias?. Acondicionen, por ejemplo, la carretera de San Pedro, o mejoren la de Algeciras por Gaucín, puerta de la Serranía.
Si algo le concede valor intrínsico e inalienable a la Serranía es su capacidad de espolear las imaginaciones. Eso es posible por su paisaje único. No lo destruyan con tajaduras que tienen todos los visos de aberración.