Por fin esta semana, tras mucho tiempo casi sin alegrías, hemos tenido una buena noticia. Buena no sólo para los que se dedican a ello sino para todos. El Flamenco, así en mayúsculas, ha sido declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ahí es nada.
El flamenco que para muchos es sólo Camarón y su revolución en el cante, empezó hace siglos. Andalucía no la entenderíamos en la actualidad sin la cultura que el flamenco ha ido impregnando en cada cosa que hacemos. No es sólo cante es mucho más: es baile, es una forma de vivir y una forma de afrontar la vida y los malos momentos. Tenemos flamenco para cada cosa que nos ocurra en la vida y no tenemos pueblo o ciudad de Andalucía en la que no existan una o varias peñas dedicadas al flamenco.
Ha llegado el momento, tras esta declaración de patrimonio cultural, de dar al flamenco el sitio que le corresponde en nuestra sociedad. Hace unos años la peña flamenca de Ronda comenzó en las escuelas de la localidad unos cursos dirigidos a los más jóvenes en los que les enseñaban qué era esto del flamenco, eso mismo deberíamos hacer en todas las escuelas y colegios de Andalucía, enseñar a los niños y a los menos niños que es esto. Porque el flamenco es mucho más de lo que nos muestran en la tele.
Desde el Cante Jondo al Flamenco-house que están intentando hacer ahora algunos grupos, pasando por el Flamenco-Rock o el Nuevo Flamenco, el Flamenquito o los Villancicos Flamencos. El pueblo andaluz, tan culto, ha ido adaptando el flamenco a la actualidad para hacer de éste un arte muy vivo, aunque a algunos les moleste, un cante que se oye y se disfruta, se baila y se percibe en todos los poros de la piel. Gocemos con él porque ¿entenderíamos alguna fiesta andaluza sin el flamenco?