a economía. En eso pensaban los votantes estadounidense a la hora de pasar por las urnas el pasado martes. El 80% de ellos, según un sondeo de la agencia Associated Press, consideraba la economía su principal preocupación, y casi el 40% aseguraron que habían votado para protestar por la forma en la que el Gobierno de Obama estaba manejando la situación económica del país. “Nunca antes he sentido tanta desesperación como ahora”, explicaba un votante. Barack Obama llegó al poder con una gran promesa de cambio, pero esa esperanza se ha ido diluyendo en medio de la peor crisis económica que el país ha vivido desde los años veinte, con el desempleo rozando el 10%.
Sabemos que “Spain, is diferent”, aunque no tanto al comprobar que las principales preocupaciones de sus ciudadanos son también la crisis y el paro; las mismas que han motivado en los votantes norteamericanos el fuerte voto de castigo. Aquí, en casa, para no ser menos, la tasa de paro triplica a la estadounidense, y el consorcio de socialistas y tránsfugas que dirige el Ayuntamiento de Ronda se teme lo peor, porque saben que los votantes no dejarán pasar la oportunidad de castigarles en las urnas por no haber sabido plantarle cara a la crisis, crear empleo ni riqueza, y haber duplicado en dos años la tasa de desempleados en nuestra ciudad.
De aquellos 16 concejales y de los mejores resultados de la historia que iba a sacar el nuevo PSOE capitaneado por Marín Lara, hemos pasado a una encuesta que, en el mejor de los casos, les da como mucho de 10 a 11 concejales, -cifra que aún así cuesta creer y se antoja excesiva, según lo que se escucha en la calle. Como tampoco parece verosímil el raquítico pronóstico que la encuesta otorga al Partido Andalucista, porque se beneficiarán del voto de castigo que emitan los electores, en especial del dirigido contra Marín Lara por su traición política a los votantes andalucistas.
Hace diez años, cuando el Grupo Independiente Liberal decidió presentarse en Ronda, estábamos igual: Cocinando encuestas. Recuerdo otras similares que a seis meses de las elecciones apenas si daban representación al GIL. Algunos, como Juan Fraile, -experto en vaticinar resultados electores sobre las servilletas de papel de los bares-, pronosticaban que los gilistas no tenían nada que hacer y a lo más que aspiraban era a sacar un par de concejales. Muchos advirtieron entonces que la cosa podía ir más allá, y conforme se fueron acercando los comicios los pronósticos fueron subiendo. El último sondeo ya les daba 5 concejales, y al final ganaron las elecciones con más de 6600 votos y 8 concejales.
A media mañana de aquel domingo electoral de mayo del 99, la plana mayor del PSOE, encabezada por Fraile y Benítez, visitaban los colegios electorales en un aparente clima de normalidad. Casualmente coincidí con ellos en el Colegio Virgen de la Cabeza, donde los dirigentes socialistas se llevaron un chasco al coincidir con una vecina, (-a quien suponían simpatizante suya-), que actuaba de interventora del GIL en una mesa electoral. Se fueron de allí con más mosqueo que un pavo en Navidad y, a media tarde, Juan Fraile arrugó mentalmente todas las encuestas de servilleta que había rellenado durante los meses precedentes y reconoció a sus más íntimos allegados que la cosa estaba perdida y no había más remedio que proponer un “Pacto anti-GIL” si querían seguir manteniendo el poder consistorial.
Hoy, esa horquilla de 10 a 11 concejales socialistas que apunta la encuesta publicada se antoja excesiva pero, aún así, deja entrever un mosqueo similar, porque en Ronda la mayoría absoluta se alcanza con 11 escaños y al PSOE podría no bastarle ese resultado; como al GIL no le bastó ganar las elecciones. Todo dependerá de cómo quede la Diputación: Si el PP alcanza a gobernarla, IU no pactará con el PSOE las alcaldías de la provincia y la situación se pondrá imposible para los socialistas. Lo que se oye en la calle, -que al final es lo que cuenta-, es que populares y andalucistas se bastarán para gobernar Ronda, y que incluso podrían tender la mano a Izquierda Unida por si se quiere sumar a un pacto por la dignidad política de Ronda, después del escandaloso transfuguismo al PSOE de nueve mil votos andalucistas.
La gente cada vez tiene menos paciencia con sus gobernantes, y hace bien. Hasta ahora Ronda ha sido una excepción. Después de veinte años casi ininterrumpidos de gobiernos socialistas, nuestra ciudad ha caído a la novena posición en cuanto a población de la provincia de Málaga, -estancada en poco más de 35000 habitantes-, y la comarca es la de menor renta per capita provincial. Hemos visto despegar a Antequera, Marbella y Vélez; pero aquí seguimos a una hora de la autovía más cercana, y bajo esos mismos gobiernos socialistas se perdió la escuela de Magisterio y Fisoterapia.
Añadan a eso la pérdida de empresas y la ausencia de industrias, porque nuestros munícipes no han sabido estimular su implantación y comprenderán por qué la crisis económica nos golpea de lleno y por qué esos cuatro mil y pico de parados son también culpa de Marín Lara y su equipo. Una cifra inadmisible que va acompañada de auténticas tragedias en las familias que lo sufren, y a las que desgraciadamente se sumarán dentro de poco días los trabajadores de COPANCO, con un ERE que dejará en la calle a otro puñado más de rondeños y rondeñas. Frente a eso, que las encuestas les den todavía diez concejales al Partido Socialista se antoja un exceso. La paciencia tiene un límite.