De todo lo escrito y leído de la muerte del cantautor José Antonio Labordeta estos últimos días, me quedo con la respuesta que dio a la pregunta de cómo estaba: “Estoy regular gracias a Dios”. Hoy mismo he oído una vez más de un amigo, que el humor es cosa de gente inteligente; Naturalmente que todo el mundo tiene su gracia, pero si partimos de la base que el humor encaja en la forma de presentar una realidad, resultará que cuantas más maneras haya a la hora de escenificarla o verla, ayudado del ingenio, la ocurrencia, la chispa y la alegría, mayores resultados se pueden obtener. Se desprende inmediatamente que el resultado será más sustancioso cuanto mayor sea el conocimiento que tengamos de las cosas y con más perspectivas lo podamos presentar. Aunque conocimiento no es igual a inteligencia, sí, por lo dicho puede parecer lo mismo, según desde el punto en que se mire y sobre todo quién lo mire.
Cuando queremos información de alguien, investigamos en su entorno más que debajo de la chaqueta que lleva puesta. ¿Dónde vive?, ¿de donde viene?, ¿donde ha nacido?, ¿en qué lugar trabaja?, ¿de qué familia es?. Y sobre todo ¿qué sabe hacer?, y a qué dedica su tiempo La respuesta a esta ultima pregunta es la que nos lo identificará mejor o por lo menos nos proporcionará datos que más nos interesan, concluyendo con ello que su entorno nos da información extraordinariamente importante para los fines que se pretenden, es como si el contexto definiera plenamente la ideas, o mejor, las cosas hay que entenderlas en su trama y ambiente, entiéndase contorno los 365º que rodean las cosas, es decir, una infinidad de puntos y visiones. El humor negro es el que brota al contemplar cosas que suscitarán emociones distintas según desde la perspectiva que se observen, no necesariamente será risa, tambien, alteración, emocion, inquietud, etc. Coloquialmente se dice que alguien cambia totalmente cuando se le saca de sus casillas.
Una experiencia llevada a cabo por el Washington post para investigar la percepción y prioridades de la gente tuvo lugar en el metro de de Washington DC. Un violinistas en una fría mañana de enero del 2007 tocó el violín en los andenes del metro durante 45 minutos en hora punta con el metro abarrotado, interpretaba obras se Schubert, Bach y otros, mientras pedía colaboración con una canastilla en el suelo. La gente a penas le prestaban atención y solo unas 7 personas de las mil que pasaron delante de él, se detuvieron unos instantes para oírlo. Se trataba del famoso violinista Joshua Bell quien actuaría dos días después en el teatro de Boston y para cuya actuación se habían agotado ya las entradas rondando su precio los 100 Dólares.
Tocaba un Violín estradivarious del 1750 valorado en 3.5 mill. $, y su recaudación en el metro fueron 32 dólares.
Si nos paramos a valorar este hecho en estas circunstancias nos damos cuenta inmediatamente la importancia que tiene el escenario de las cosas que no es como podría pensarse únicamente una parte del teatro construida para hacer representaciones, sino el lugar donde ocurre cualquier suceso, pero especialmente es el conjunto de circunstancia que rodean a las personas y las cosas.
La meta-cognición es la regulación de nuestros propios conocimientos y procesos mentales, que liando el ovillo podríamos decir en síntesis que es el conocimiento que tenemos de lo que nosotros mismos sabemos o el grado de conciencia que tenemos de ello. Es como si nos pudiéramos ver así mismos fuera de nuestro caparazón en un escenario, aunque para esto hay que estar preparado y hacer un esfuerzo mental sin estar seguros que conseguiremos dicho propósito. Un hecho anecdótico ilustra este contenido y es el de dos que se encuentran y se miran recíprocamente como queriéndose conocer, uno le dice al otro: Oiga, su cara me suena, parece que la he visto en otro sitio. –El otro responde: Pues no, será otro porque yo siempre la llevo en el mismo sitio.