Opinión

Una huelga con dos años de retraso (Antonio Sánchez Martín)

Esta semana tuvimos huelga, y como siempre hay dos lecturas de la misma. Una vez más, cada cual cuenta la historia como le conviene: los que la secundaron lo hicieron para protestar por la pérdida de derechos sociales y la mala gestión del Gobierno ante la crisis económica, y por su parte, los que ignoraron el paro laboral lo hicieron convencidos de que la huelga llega tarde y no servirá para nada. Al menos en Ronda el paro tuvo una repercusión mínima; tal vez porque la situación económica de nuestra ciudad es tan deprimente que la mayoría de la gente no se puede permitir perder el salario de un día de trabajo, o tal vez, porque también son muchos los que pensamos que esta huelga llega con retraso.

Exactamente, dos años tarde. El tiempo que lleva ZP y los ineptos de sus ministros hablando de “suave desaceleración” y de “brotes verdes”, -¿se acuerdan?-. ¿Quién duda ahora de que todo aquello era un camelo para llegar a las elecciones y que la gente votara inconsciente de la gravedad de la crisis? ¿Y mientras, qué hacían los sindicatos y los sindicalistas? Pues justamente dar carrete y apoyar a Zapatero, no fuera a ser que perdiera el poder y ellos sus prebendas; esas que permiten vivir a los líderes sindicales (-lo de líderes es mucho decir-) a costa de los impuestos que pagamos entre todos, cuando la mayoría de los trabajadores a los que ellos dicen defender apenas logran llegar a fin de mes.

Sólo cuando el naufragio es inminente y las encuestas desahucian al PSOE en los sondeos de intención de voto, no se han decido los sindicatos a plantar cara al ejecutivo; tal vez previendo que una probable (-inevitable, más bien-) victoria del Partido Popular les obligará a volver de nuevo a la senda del diálogo social y a las movilizaciones sindicales que tan olvidadas tenían desde que Zapatero y los suyos llegaron al poder. Incluso, hay quien piensa que la huelga ha sido pactada con el gobierno para dar en Europa una imagen de “dureza” por las medidas adoptadas ante la crisis. Algo parecido a un combate de lucha americana: “pégame aquí, -pero no muy fuerte-; que parezca que me peleo contigo”.

El segundo mandato del gobierno socialista ha sido nefasto y está suponiendo literalmente la ruina de España, pero no debemos olvidar que Zapatero se mantuvo en el poder con el apoyo de esos mismos sindicatos que hoy aparentan enfrentarse a él. Por eso, buena parte de las consecuencias que provoca la incompetencia de ZP y su (des)gobierno son culpa también de los sindicatos, que permanecieron de brazos cruzados mientras se alcanzaban cifras de parados que no se recordaban desde principios de los noventa. “No contemplamos un escenario de cuatro millones de parados”, -dijo Pedro Solbes poco antes de dimitir, ¿recuerdan?-. Pues me temo que si nadie lo remedia, ya mismo serán más de cinco.

Apoyaron a un gobierno que prometía “pleno empleo” y que en vez de mejorar el nivel de vida de los ciudadanos ha acabado subiendo los impuestos y suprimiendo las deducciones fiscales por la compra de la vivienda habitual; que presta dinero público a los bancos y cajas de ahorro para sanearlos, pero luego consiente que éstos niegan créditos hipotecarios y financiación a las empresas, o que ha reducido en los presupuestos del 2011 las partidas destinadas a la Ley de Dependencia. ¿Es acaso “progresismo” que los trabajadores se tengan que jubilar dos más tarde, o que los pensionistas tengan que costearse de su propio bolsillo las gafas, los audífonos o la dentadura postiza, mientras se debate sobre la conveniencia de legalizar las drogas, o cuando en la sanidad pública se opera gratis de cambio de sexo?

Me temo que a esta situación no se llega de un día para otro, ni sus causas se pueden achacar simplemente a la crisis internacional. Buena parte de la gravedad de la situación económica la ha generado la incompetencia de un presidente del gobierno que desconoce la cruda realidad que viven los ciudadanos y no sabe ni siquiera cuanto cuesta un simple café en la calle. A ese presidente le apoyaron hace dos años estos mismos dirigentes sindicales que ahora le critican. ¿De qué se quejan? Y si consideran que la huelga ha sido un éxito, ¿qué piensan hacer ahora? ¿Van a pedir la dimisión del gobierno y a exigir la convocatoria de elecciones anticipadas? Es cierto que esto lo arreglamos entre todos; ¡ya lo creo!… si con nuestros votos logramos echar a estos tíos; porque es difícil imaginar que nadie lo pueda hacer peor.


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