En este bendito país que llamamos España tenemos tantas diferencias de carácter como provincias, e incluso puede que más, éstas hacen que a la hora de defender tu ciudad y animar a los visitantes para que acudan a vernos lo hagamos cada uno a nuestra manera.
Los andaluces tenemos un carácter abierto y festivo y tratamos de esa forma a los visitantes. Les animamos a disfrutar de nuestras bondades con carteles en los que se pueden leer los productos que vendemos o los platos que cocinamos en nuestro idioma y también en otros (inglés, alemán, francés, etc.) dependiendo de la clientela.
He estado en Ontinyent durante estos días de vacaciones y allí he podido ver cómo los amigos de esta ciudad valenciana están orgullosos de ella, la defienden sobre todas las cosas y te invitan a disfrutar de sus encantos, pero no sólo eso, también intentan hablar en castellano cuándo estás en su presencia y, cómo no podía ser de otra forma, intentan que todos los carteles y promociones que se hacen de la zona lo hagan tanto en valenciano (del que se sienten también orgullosos) como en el idioma de Cervantes.
Sin embargo en Cataluña prohíben e incluso sancionan a los comercios que se anuncien en otro idioma que no sea el catalán, no respetan el idioma castellano para nada y, cada vez más, creen que excluyendo la identidad española hacen mayor la cultura catalana.
La perseverancia en este error hace que mientras en otras partes de la geografía española está creciendo enormemente el número de visitantes nacionales, en Cataluña no ocurre eso. No sé si es lo que persiguen con su empeño, pero si estoy seguro que con esa exclusión lo único que van a conseguir es estar cada vez más solos y eso no es bueno ni para su economía ni para su cultura, pero allá ellos. Doctores tiene la iglesia.