Parece que el futuro de la Agrupación Deportiva Balonmano Ronda se decidirá más por criterios políticos que por un detallado estudio de una situación que debería ser analizada desde el punto de vista estrictamente deportivo. El hecho es que, tras la dimisión de los hombres que durante los últimos años han llevado el balonmano rondeño, a los que hay que agradecer el trabajo realizado, que con aciertos y errores, de todo ha habido, han mantenido viva la llama de un deporte con enorme arraigo en nuestra ciudad, nos encontramos ahora con una situación de orfandad de poder en el club, y dos posibles candidatos a la presidencia, muy distintos en sus conocimientos y manera de gestión, y con el Ayuntamiento ejerciendo como árbitro de la situación. Ello parece inclinar la balanza del lado del grupo que lidera el actual presidente del CD Ronda, Francisco Harillo, que mantiene excelentes relaciones con el equipo de gobierno municipal, del que formaba parte hasta hace no mucho tiempo.
El otro posible presidenciable, José Manuel Ortega, es un hombre que ha dedicado muchos años de su vida a este deporte, con una gestión deportiva y económica, que igualmente ha tenido sus luces y sombras, pero que se ha caracterizado por la dedicación a la cantera, a la presencia del club en todo tipo de actividades, y llevar una contabilidad cristalina, que les permitió dejar la dirección con un pequeño superavit, tras hacerse cargo del equipo con una deuda de cuatro millones de pesetas, que avalaron personalmente.
Los dos pueden hacerse cargo del proyecto. El Ronda ha cumplido sus compromisos económicos de manera ejemplar con la colaboración municipal, colaboración que pone como condición Ortega, y aunque tal vez lo ideal sería la unión de ambas candidaturas con Ortega dedicado a la parcela deportiva y Harillo y Manuel Guerrero a la gestión del club, eso es algo casi impensable conociendo el carácter de los protagonistas.
Por tanto el Ayuntamiento decidirá, y la pertenencia de Ortega a la ejecutiva del PA de Ronda, puede pesar más en su contra, que cualquier cualidad de gestión o deportiva que puedan avalar su candidatura.
Lo peor de todo es que él lo sabe, y los demás también.