En los tiempos que corren, presenciar la dimisión de un político es un hecho digno de análisis. En esta treintañera democracia, el acto de la dimisión sólo es utilizado por políticos que suben en el escalafón y cambian por tanto de cargo, o por imperativos judiciales. Aún así, las imputaciones superan en mucho a las dimisiones.
El caso que nos ocupa, la dimisión del cargo de concejala-delegada de turismo y renuncia al acta obtenida en las últimas elecciones municipales de Doña Maribel Morales, resulta doblemente peculiar. Se produce desde la discrepancia ideológica con sus correligionarios del equipo de gobierno, además de un desacuerdo en los modos y maneras de ejercer el gobierno municipal. Como consecuencia, esta señora se retira de la primera línea política y se dispone a continuar su actividad política desde las entrañas del partido en que milita.
Muchos han intentado enterrar las ideologías bajo la losa de la gestión. Los partidos, en su camino hacia el centro político, han formado una pangea política de la que emana este pensamiento único que intentan imponernos. Y esto es así porque los partidos se han visto invadidos por personas con el solo interés de ‘gestionar’ los recursos públicos; carentes de ideología, de ideas, de programa, tan sólo con un objetivo: adueñarse del poder.
Pero las ideologías subyacen en muchas personas y hacen imposible convertir un partido en un lugar de encuentro entre la derecha y la izquierda. Caso distinto es conformar un grupo con intereses particulares comunes. Mezclar a la derecha ‘neocon’ andalucista con socialdemócratas y socialistas clásicos, tal y como ocurre en el PSOE rondeño, unidos tan sólo por el pegamento del poder, es una operación política tipo “RONDA NOSTRA” que se fracturará cuando el pegamento pierda su efecto. Por todo esto, resulta esperanzador que alguien discrepe ideológicamente, ahora que tienen poder.
Las diferencias en modos y maneras de gobernar no son más que una viciosa redundancia de las diferencias ideológicas.
Para ocultar la paralización de los numerosos proyectos iniciados desde la alcaldía: EROSKY, MERINOS, CUARTEL DE LA CONCEPCIÓN, AVE, PGOU etc. Para esconder su falta de ética política, causa de sus continuos cambios de socios y partidos; para tapar sus imputaciones judiciales por decisiones tomadas durante su gestión política, el Sr. Marín Lara ha creado un canallesco ambiente basado en formas tan autoritarias como despóticas.
En la trayectoria de la señora Morales no todo es cal, arena hay. Recordemos que la actual situación política instaurada en Ronda, reposa, entre otros, sobre el voto de la ahora dimitida. Cuando ya eran de dominio público las maneras de entender la política del Sr. Marín Lara, la señora Morales, junto con su grupo municipal, decidieron alargar una agonía que comenzó en aquella moción de censura que la expulsó a ella misma del equipo de gobierno. Desde una actitud soberbia creyeron poder cambiar las caciquiles formas del Sr. Marín, y fracasaron al igual que los que anteriormente lo habían intentado. En contraposición, hay ahora en el PSOE local muchos contagiados. Ese balón de oxígeno en el que colaboró la señora Morales es el mayor error en su larga vida política con consecuencias todavía por determinar.
El tamaño del error sólo se ve compensado por la dimensión del acierto en su posición y activismo frente al macro proyecto de construcción de “Los Merinos”. Decisión que la llevó a un enfrentamiento directo con sus compañeros de partido, muchos de ellos con intereses personales en el proyecto. Su presencia en la manifestación que recorrió las calles del pueblo y que le valió el insulto, la sorna y el vituperio público, fue otro balón de oxígeno, aunque esta vez para aquellos que, sin poder ni fuerzas, se oponían a este proyecto tan sólo con sus argumentos y un compromiso con el futuro del pueblo.
Enfrentarse al aparato del PSOE no es fácil, como pudo comprobar cuando fue aplastada por una maquinaria puesta en marcha por el Sr. Fraile con el fin de que no fuera candidata a la alcaldía de Ronda. Una maquinaria ahora gripada, deslumbrada por un proyecto tan faraónico como falso. La señora Morales hubiese podido ser una buena alcaldesa, pero al señor Fraile le gustaba más el señor Marín. Aquella rebelión frente al aparato fue una derrota de las que cualquier político de raza quisiera tener en su currículum. Había que rebelarse aunque eso diera como resultado rebeldes comprados y viviendo del aparato.
Pero el ejercicio de la política no se acaba en la puerta del ayuntamiento, más bien comienza, y este pueblo necesita de personas libres, comprometidas y dispuestas a trabajar, sea desde el sitio que sea, y no hay ninguna duda de que Maribel es una de ellas. Bien es verdad que desde este lado se tiene poca influencia; que se puede opinar libremente, pero a cambio de insultos y menosprecios; que donde unos leen argumentos, los de siempre atisban oscuros intereses; que el trabajo es mucho y el reconocimiento ninguno; que la ausencia de poder propicia el ninguneo. De donde viene ella, sin embargo, los don nadie con poder son reverenciados. Pero todo esto ya lo sabe Maribel y no ha sido óbice para tomar su decisión: Bienvenida a casa.