Yendo por la calle he encontrado por casualidad a un amigo con el que no por criterio, pero si inevitablemente nos intercambiamos tonterías y sinsentidos siempre que nos encontramos. Tiene siempre el resultado de reírnos de cualquier cosa en cualquier momento; No tuvo otra ocurrencia que decirme que mis escritos era una exposición sucinta y continuada de frases yuxtapuestas sacadas de los libros de psicología de mi mujer. No fue con estas palabras con las que me expresó su ocurrencia, pero en el fondo, venia a querer decir más o menos lo que he dicho. Por bien que lo quiso decir, no lo dijo tan bien como decir lo quiso. Se justificó diciendo que él era solamente un pobre ingeniero “venido a menos” y expresarse no era lo suyo, dudó un instante antes de poner el pobre delante o detrás del ingeniero al que califica, porque no se alumbró con otro ejemplo que con el clásico de libro de que no es lo mismo “un pobre hombre” que “un hombre pobre”. Pobre en la acepción literal de la palabra, no lo es, lo que le ocurre como a toda la humanidad es que el dinero no le llega o mejor dicho, de bolsillo no anda muy largo, porque desde que le conozco, que ya hace mucho, vive en el mismo piso. De lo que tengo dudas y no estoy seguro, es si lo de venido a menos era un acto de humildad o por el contrario quería recordarme que estaba hablando con un ingeniero y que no era fácil dársela con queso. No le voy a hacer ningún comentario a la consideración que le tiene a mis escritos porque no estoy seguro que lo dijera en serio, o bien era una más de las ocurrencias que como he dicho, nos hablamos. Los ingleses lo definen mejor y a las tonterías le llaman nonsenses, osea sinsentidos. Nunca, Dios me libre, he pensado que todo el que dice tonterías sea un tonto y mucho menos tratándose de un amigo, no porque yo tenga algún amigo tonto, sino porque no hay ningún tonto que me tenga a mi por su amigo, eso sí, cabe pensar que es una persona inteligente ya que de casi todo lo que ve u oye, saca diversas lecturas y eso creo ayuda mucho a vivir. En eso estamos de acuerdo, en que los sinsentidos producen risa y el que tiene conocimiento y manejo de ellos tiene humor y no cabe duda, inteligencia. En Matemáticas existe un método llamado de reducción a lo absurdo, que sirve para demostrar que una proposición es lógica cuando considerando que es absurda se llega a la conclusión de que no lo es. En la vida corriente para demostrar que una persona es inocente, solo hay que demostrar que no es culpable.
Pero entrando en el tema de venido a menos, que es el que nos ha traído a esta página creo que a parte de decirlo es lógico que además lo piense porque no es ninguna tontería, sino que por el contrario tiene mucho sentido. Es cierto que de lo virtual a lo real hay una diferencia de tipo existencial y lógicamente hay diferencias importantes entre el objeto o sujeto que hemos creado en nuestra mente y el que realmente resulta. Esto también ocurre a nivel de expectativas de nuestra vida, hacemos un programa de una carrera por ejemplo que aún no hemos estudiado y la vestimenta que le colocamos en la inmensa mayoría de las veces es mucho mejor que el traje que le toca llevar. La gran tragedia vital es que nacemos de unos padres que normalmente creen y nos hacen creer que somos extraordinarios, especiales por el simple hecho de existir; pasamos los primeros tiempos de nuestra vida en un contexto en el que no hay que merecer para obtener, en el que para tener solo hay que pedir. Este es un escenario donde hay en muchas ocasiones, depende de la educación de la familia, una percepción errónea de muchos estímulos, por lo general todos creemos que valemos más de lo que valemos en realidad y con el tiempo, para corregir hay que ir operando replanteos y reorientando nuestro rumbo. En definitiva hay que ir bajando el listón de la altura a la que nos lo han colocado, y nadie se escapa del proceso, de la metamorfosis que media entre comerse el mundo y ser comido por él.