“Según informaron fuentes dignas de crédito, las razones por las que el popular presentador de la TV local de Ronda y redactor en el periódico del mismo grupo de comunicación, Blas Gil, fue separado recientemente de sus competencias informativas en asuntos de política municipal, guardarían relación con las insinuaciones que realizaba en su artículo censurado (publicado en www.arundalibris.org) sobre el posible uso de información privilegiada para la compra de terrenos ubicados en La Indiana.
Previsiblemente, dicha zona se definiría de uso industrial en un futuro, según contemplaría el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Ronda, actualmente en fase de redacción. La posibilidad de que dicha noticia pudiera trascender a la opinión pública podría ser la causa de que el mencionado redactor haya sido apartado de sus funciones habituales en dicho grupo informativo”.
Los que peinan canas recordarán que hace cuarenta años, para evitar la censura, las noticias de prensa se redactaban así: preñadas de todas las conjugaciones condicionales y subjuntivas posibles que ofrecen los verbos castellanos. En aquellos tiempos de dictadura y represión informativa los periódicos no podían decir más de lo que decían, ni decirlo de otro modo, si querían salir a la calle a la mañana siguiente. Entonces no se hablaba para nada de “pelotazos urbanísticos”, ni de “información privilegiada” o de “tráfico de influencias”; si acaso se insinuaba, como mucho, posibles “coincidencias” entre los aludidos.
Hoy tampoco. Tampoco se puede hablar de “tráfico de influencias”, digo. Ya se sabe… no hay dictadura, y oficialmente tampoco hay censura; pero Ronda sigue siendo una ciudad pequeña, -tal vez más pequeña que entonces-, de apenas treinta y cinco mil habitantes contando a niños, jubilados y ancianos. Y claro, en una ciudad pequeña todo se sabe y, además, con tan poca gente en edad de trabajar, esas coincidencias son posibles.
Me refiero a la coincidencia de que los compradores de fincas rústicas vean incrementado a corto plazo su valor, o que, casualmente, el Ayuntamiento encargue informes y asesoramientos profesionales a familiares del dueño de un conocido grupo de medios de comunicación de la ciudad. ¿Por qué no? Seguramente serán sólo eso: coincidencias. En una ciudad pequeña como Ronda, a menudo esas casualidades son posibles. Lo que yo digo: Si acaso hablaremos de “Tráfico de coincidencias”… pero hablaremos.
Antonio Sánchez Martín.