Opinión

El tributo al César

A menudo, desde esta columna de opinión señalo lealmente lo que a mi juicio son errores del adversario político y propongo alternativas que creo pueden repercutir en beneficio de Ronda y de la sociedad en la que vivo. Como cualquier contribuyente, aspiro a que mi ciudad esté gobernada por los mejores y por gente capacitada que sepan en cada momento gestionar adecuadamente los recursos de todos en beneficio de todos sus vecinos.

En democracia, la Política, -con mayúsculas-, es una herramienta útil y necesaria que permite transformar la sociedad, pero que hoy, por desgracia, se encuentra denostada y goza de mala fama. En muchos casos esa mala fama se la han ganado a pulso quienes, como la semana pasada señalaba desde estas mismas líneas, pretenden ganar con ella –cien millones en cuatro años-. Otros muchos, la mayoría sin duda, simplemente pretendemos en política dejar a nuestros hijos una sociedad más justa y mejorada, y en el plano más cercano que nos ocupa: -la mejor ciudad posible-.

La responsabilidad más elemental del político, y sobre todo la del político que ejerce el gobierno, es la que yo llamo -la política del medio metro-, aquella que se dirige a solucionar los problemas de los ciudadanos más cercanos. Está bien mantener ideales y luchar por ellos para intentar cambiar y arreglar las injusticias de este mundo, que siempre acaban pagando los más débiles y desfavorecidos, pero al igual que miramos al cielo cuando aspiramos a lograr esos ideales, es necesario bajar a diario la vista al suelo para llenarnos de realismo y comprobar que no hace falta irse a Haití o a África para encontrarse con que al lado de casa hay gente que sufre y lo pasa mal.

Por eso me llena de satisfacción agradecer desde estas líneas la atención prestada por Paco Cañestro a una humilde familia rondeña que en menos de un año ha visto a su padre perder la memoria y prácticamente la movilidad por culpa de un alzheimer que le ha condenado a vivir en silla de ruedas en su propia casa (-una humilde casa sindical del los años sesenta, de apenas cuarenta metros cuadrados-), atrapado por las numerosas barreras arquitectónicas que le impiden salir a la calle con normalidad o simplemente moverse con facilidad en su cuarto de baño.

Quizás en pueblos más pequeños la gente se sepa de memoria la vida del vecino y conozca sus penas y alegrías, pero en Ronda, por su tamaño, a veces estos sufrimientos son anónimos y desconocidos para los políticos que se encierran en el Ayuntamiento y viven de espaldas a la realidad de la calle. La burocracia tampoco facilita las cosas y, entre una cosa y otra, a menudo el ciudadano vuelve a su casa desmoralizado sin haber resuelto sus problemas más acuciantes.

Es justo reconocer y aplaudir los aciertos del adversario político porque, cuando se cree en la Política como elemento de transformación social, se puede pensar distinto, pero hay problemas que no entienden de ideologías. Por eso, desde estas líneas quiero dejar pública constancia de mi agradecimiento a Paco Cañestro por atender y ayudar a resolver los problemas de una humilde familia de Ronda, a la que conozco muy de cerca; y quede para el César, lo que es del César.

Antonio Sánchez Martín.


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