“Jugamos a resbalar…”. Con esa frase un alumno del colegio Miguel de Cervantes resumía a la perfección el grave problema de goteras y humedades que padece este centro educativo rondeño, que ha tenido que cerrar varias de sus aulas, oficinas y servicios. En otros casos las aulas permanecen con sus alumnos en el interior, aunque con evidentes muestras de que les entra agua por diferentes puntos. Los pasillos no son menos, y existen diversas muestras de las humedades y del agua resumida, comenzando a aparecer hongos en las paredes de diferentes puntos del colegio. Además, el patio cubierto de los alumnos de infantil para los días de lluvias, donde suelen jugar más de 200 alumnos, también se cala y tiene abundantes goteras.
La imagen en diferentes aulas llega a ser más parecida a la obtenida en las inundaciones que de un centro educativo en pleno funcionamiento, con cubos en el suelo y encima de las mesas, y fregonas. Además de muebles y material apilado en casi cualquier sitio para evitar que se mojen.
La situación en algunos casos es extrema, como le ocurre a los alumnos que necesitan un refuerzo educativo especial, que se han visto obligados a trasladarse al completo de aula, por lo que ahora reciben sus clases en el hueco que les han habilitado en otro aula, mientras han tenido que colocar su material encima de las mesas o en el suelo.
Con este panorama el malestar entre los responsables del centro y el profesorado afectado es evidente, y reclaman una actuación urgente para poner fin a un problema que se remota a hace varios años, aunque las intensas lluvias lo han agravado hasta llegar a dejar sin ascensor al colegio para subir a la segunda planta, con los consiguientes problemas que han tenido los alumnos que tienen algún problema de movilidad para llegar a sus aulas.
Los signos de deterioro del colegio se pueden apreciar a simple vista, en especial, una de las entradas y en parte de la planta superior, donde se ha tenido que abandonar oficinas y desmontar un aula de informática, cuyos equipos han sido retirados para evitar que se deterioren. En los pasillos también sin evidentes son signos de numerosas humedades. En este sentido, según explica la directora del centro, María Jesús Becerra, sería necesaria una actuación sobre el tejado de esta zona, que carece de tela asfáltica, motivo que estaría provocando las filtraciones.
Pero más preocupante aún es la situación en el edificio de infantil, que a penas cuenta con siete años de vida, y donde se calan varias aulas y se ha tenido que cerrar uno de los servicios ante la gran cantidad de goteras que tiene. Incluso, se ha desprendido parte del alicatado del mismo.
De momento, desde la dirección del centro se indica que de los problemas existentes son conocedores las delegaciones municipal y provincial de Educación, sin que se haya actuado por el momento para solucionar los problemas existentes.
Además, se estarían comenzado a producir algunas quejas por parte de padres de alumnos con problemas de salud, en especial, aquellos que presentan alergias, a los que les afecta especialmente las humedades.