Ataviados con sacos, palas, rastrillos, un equipo de arrieros y los elementos necesarios para construir una balsa artesanal, un centenar de voluntarios se adentraba a primera hora del pasado sábado por el tupido sendero que conduce hacia el cañón de Las Buitreras, con el objetivo de acabar con el vertedero en el que se había convertido uno de los parajes naturales más espectaculares de la Serranía de Ronda, enclavado en el Parque Natural de Los Alcornocales y por el que discurre el río Guadiario.
Tras casi una hora de camino, llegaba el momento de cargar con el material, y es que los mulos que lo hacían hasta el momento no podían seguir subiendo, a partir de este punto, a los voluntarios les correspondía este trabajo, hasta llegar al punto marcado, justo a la entrada del cañón.
Antes, un grupo de unos 12 especialistas en espeleología habían sido dejados en la cabeza del cañón, desde donde fueron descendiendo en un complicado camino hacia uno de los puntos más afectados por la acumulación de basura, para lo que necesitaron unas cuatro horas de trabajo.
Mientras tanto, el resto del grupo, bajo la coordinación de los responsables de la asociación SAEPO y la delegación de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Cortes de la Frontera, comenzaban a dividirse en distintos grupos para acabar con la basura. Como si se tratase de un ejército perfectamente coordinado, los cientos de sacos que se llenaron al final de la jornada fueron llegando uno tras otro al punto de embarque, desde donde deberían ser conducidos en una balsa artesanal, construida a base de cámaras de rueda de coche atadas con cuerdas y trozos de persianas, hasta el punto de la orilla del río Guadiaro donde los arrieros esperaban con sus mulos para sacar los sacos hasta un contenedor situado en la pedanía de El Colmenar, donde se acumularon más de mil kilos de basura.
La cantidad de basura era tan importante, que el fuerte olor hizo que muchos voluntarios tuviesen que utilizar mascarillas para poder realizar el trabajo, mientras se bromeaba por una hipotética llegada de un helicóptero de la empresa pública Egmasa para transportar la basura, aunque, finalmente, el aparato no llegó, y balsa y mulos sustituyeron en esta ocasión a la tecnología.
Conforme iban pasando las horas, el éxito de la operación era evidente, y es que donde había auténticos vertederos al llegar, había quedado un terreno perfectamente limpio, y lo único quedaba era esperar la salida de los espeleólogos del cañón, que fue recibida con gritos de apoyo y aplausos, en señal del duro esfuerzo que habían tenido que realizar para devolver a su estado natural lo que había ensuciado el hombre con su falta de conciencia.
Entre los sacos de basura se podía encontrar casi de todo, con piezas suficientes para componer una cubertería, mochilas, tiendas de campaña, sillas, ruedas de coches, y una innombrable lista de envases de plástico de todo tipo y color.
Una vez terminada la jornada, con el cansancio reflejado en sus caras, tocaba desmontar el improvisado transporte y recoger las herramientas, para emprender un camino de regreso donde todos se sentían especialmente orgullosos de haber aportado su granito de arena para devolver su majestuosidad natural a este paraje, que ayer recibió la visita de la delegada provincial de Medio Ambiente, Remedios Martel, y del alcalde de Cortes de la Frontera, que quisieron agradecer a este grupo de amantes de la naturaleza su trabajo desinteresado.
En este sentido, los organizadores quisieron agradecer a Medio Ambiente su colaboración con esta actividad, ya que sufragaron los gatos de comida de los voluntarios y el coste del equipo de arrieros, además de conceder los correspondientes permisos para entrar en Las Buitreras.