Año 1988. No siempre los viajes de los Coros y Danzas por todo el mundo sólo suponían momentos buenos. En algunas ocasiones sus desplazamientos a países con una situación política delicada les hacía comprobar la terrible realidad de los ciudadanos en algunos puntos del planeta. Ese fue el caso de Checoslovaquia. Cuando los rondeños participaron en el festival folklórico de Pilsen, hermosa ciudad a pocos kilómetros de Praga, pudieron ver dos cosas, la enorme belleza de esta localidad de la antigua Checoslovaquia, pero también las restricciones y lo estricto del régimen comunista que aún existía en el país.
Hoy la crónica del viaje no saldrá de la envidiable memoria de Adela, ni siquiera de los apuntes que, con la enorme amabilidad con las que nos atiende, nos hace llegar sobre cada desplazamiento. Este viaje será Carlos, de origen cubano pero residente en Checoslovaquia, quien relatará sus vivencias con los rondeños. El fue, casi impuesto como guía de los Coros y Danzas en este viaje y de ahí nacería una profunda amistad que aún perdura.
Carlos recordaba así su primer contacto con los artistas de nuestra ciudad, “por primera vez encontré a la gente de Ronda en el mes de junio de 1988 en la ciudad de Pilsen, en la entonces Checoslovaquia. Aquel año me pidió el director de la Casa de la Cultura de Pilsen servir de intérprete para un grupo de España durante el festival folclórico. Acepté con placer. El festival folclórico tenía lugar cada tres o cuatro años. En el 1988 participaron junto con Ronda grupos de Bretaña, en Francia, de Bulgaria, Finlandia y dos grupos de Checoslovaquia. Mi opinión personal es que Ronda tuvo el mayor éxito. Me acuerdo muy bien de aquel momento de espera al autobús con el grupo de Ronda. Estaba bastante nervioso y me preguntaba ¿Cómo serán? Cuando apareció el autobús de Pepe Domínguez, Estepona, España, y cuando me presenté, mi nerviosismo se fue y me convertí en uno de los miembros del grupo. Me empezaron a llamar ‘nuestro amigo Carlos’. Me acuerdo también de aquellos contactos con el folclore andaluz. Aquella música acompañada de las típicas castañuelas y el canto tan diferente de los que conocemos nosotros en Europa Central. La impresión del grupo fue fenomenal e incomparable.
Una historia, así mismo interesente, fue la del alojamiento de Ronda. La capacidad de hoteles en Pilsen estaba en aquel momento llena y los organizadores decidieron alojar al grupo español en bungalows que se encontraban a las orillas de un estanque. Aunque todos tenían un poco de miedo a la reacción de los españoles, éstos aceptaron muy bien este tipo de alojamiento. Lo más bonito eran las noches informales, cuando el grupo cantaba y tocaba canciones de su tierra. Allí, por primera vez, tuve la posibilidad de beber el vino español de la bota.
Mis recuerdos con los españoles suelen ser hasta hoy en día, uno de los temas más populares entre nuestros amigos”.
Así recuerda este viaje de 1988 Carlos, el que fuera, primero guía, y luego amigo de los rondeños. El grupo checoslovaco, de hecho, ha venido en cuatro ocasiones a actuar a Ronda y los Coros y Danzas también repetirían viaje a tierras checas, pero esa es otra historia que contaremos en su momento.