Paquito está cansado. Ha perdido la ilusión y las ganas de seguir adelante. No sé si es lasitud o laxitud. E l caso es, que no muestra la reciedumbre, la pericia y la efervescencia participativa de antaño. Necesita que la situación cambie drásticamente. No puede más. Su mirada denota cierta desolación, que su rostro disimula hábilmente con una tenue sonrisa, casi un rictus, ambivalente tanto para la tristeza como para la alegría. A pesar de todo, aún conserva un soplo de viento en sus pulmones, un último cartucho, un ápice de energía, el mínimo resorte vital indispensable para impulsarle en lo que sería quizás su última carrera; una pequeña y díscola sonrisa que lucha por no ahogarse en lo que comienza a ser un Valle de Lágrimas; una vieja idea que agitándose en sus circuitos neuronales, se subleva y no se resigna a morir bajo los pies del caballo oscuro del Alzheimer y busca su materialización bajo el sol de la Penibética.
Paquito sostiene que el futuro de los pueblos no debe estar supeditado a los caprichos, veleidades, arrebatos y volubilidades personales de políticos sin vocación ni devoción, que sustentan sus poltronas sobre la desesperación y el hastío de ciudadanos hartos ya de avizorar un horizonte infranqueable, sojuzgados, subyugados, mal subvencionados y subcontratados por una libertad que no acaba de hacernos libres. Profiere que intereses políticos, trifulcas dialécticas, vendettas destitutivas y animadversiones personales, no pueden prevalecer sobre los intereses generales de los pueblos. Cree firmemente en la preeminencia de la ética, la moral y la justicia, sobre leyes, que con la misma facilidad que son promulgadas, pueden ser también derogadas. Mantiene que la labor política y, en particular, la acción de gobierno deben ser ejercidas por las personas más capacitadas en todos los sentidos, en todas las vertientes, desde simples y pequeños asuntos técnicos, pasando por la gestión eficaz, y acabando siempre en una verdadera creencia y asunción de los principios democráticos, entendidos siempre en el amplio sentido de la palabra democracia.
Paquito ansía que Ronda recobre la ilusión, o que alguien la traiga de la mano con la ayuda de todos, si es que nunca la tuvo. Desea que los jóvenes, herederos únicos e insustituibles de este legado, en lo bueno y en lo malo, llamado Ronda, comiencen, de una vez y para siempre, a interesarse e implicarse en los problemas y participen en la búsqueda de soluciones. Pero para que ello suceda, previamente deben ser ayudados, estimulados, incentivados y, sobre todo, escuchados. Necesitan imperiosamente que les sean abiertas las puertas de una manera seria y decidida, en vez de ser, en algunos casos, relegados al olvido.
Paquito necesita un nuevo hospital sin muchas demoras en su construcción, entrega y puesta en funcionamiento, que satisfaga las necesidades de la comarca. Pide a gritos una mejora sustancial de las comunicaciones y del transporte público. Sueña con que nuestra calle más emblemática, la Calle La Bola, nunca pierda su encanto y esplendor, y que siga siendo punto de referencia y encuentro, que funcione como un verdadero Centro Comercial Abierto moderno y dinámico, ofreciendo precios competitivos y asequibles para todos los bolsillos. Por otra parte, entiende que los impuestos son necesarios, pues bien gestionados revierten en una mejora de la calidad de vida mediante la prestación de más y mejores servicios municipales, pero una excesiva subida da lugar al efecto contrario y pueden deteriorar la calidad de los vecinos, siempre que las cantidades desembolsadas supongan una merma considerable en su poder adquisitivo.
Paquito exige que los trabajadores accedan a un trabajo digno en el que les sean reconocidos sus legítimos derechos dentro de un ambiente laboral libre de abusos, coacciones y precariedad. Exige también la eliminación de trabas y más incentivos para los empresarios y, sobre todo, la donación de suelo o en su defecto el abaratamiento del mismo en un polígono industrial de mayor extensión y mejor y más adecuado diseño. Indudablemente son los empresarios los que más ganan, pero también es cierto que son los que más arriesgan. En otro orden de cosas, Paquito afirma que los recursos naturales no deben ser dilapidados a la ligera en beneficio de oportunistas y gente sin escrúpulos, sino que deben ser gestionados en base a criterios de prudencia, mesura y equidad, buscando siempre el beneficio de todos y su preservación para las generaciones venideras. Al fin y al cabo, los recursos naturales junto con el capital humano es el mayor activo con el que cuenta un pueblo para afrontar con garantías el futuro.
Paquito a decir verdad, no necesita demasiado, se conforma con muy poco, no es persona de ínfulas ni aspavientos materialistas; sin embargo, cree decididamente que todos los logros conseguidos en un pueblo deben ser por y para el pueblo Quiero decir con esto que todos los habitantes deben participar en los beneficios, en un reparto directamente proporcional al capital aportado, la dedicación, el trabajo y entrega, sin olvidar nunca ciertos criterios de solidaridad.
Mi voto tiene nombre, se llama Paquito.