Podríamos meternos todos en el mismo saco y que se salve el que pueda, pero los conductores nos creamos con demasiada frecuencia nuestro propio código de circulación, adaptado a las circunstancias particulares de cada uno.
Depende de la prisa, las ganas de dar vueltas para estacionar o el nivel de concienciación del día, decidimos qué normas respetar y cuáles adaptar a nuestras necesidades diarias.
Por ello, es necesario que desde los cuerpos de seguridad se nos llame al orden y se haga de forma continuada, porque el resto de maneras es casi perder el tiempo.
Por mucho que digamos, y en estos tiempos de crisis mucho más, el único lenguaje que entendemos a la perfección es el del dolor en la cartera, aunque sea por el mero hecho de no volver a dar un euro a las arcas del Ayuntamiento o Estado.
Está claro que algunos no entienden aquello del comportamiento y respeto hacia el vecino por las buenas, y en esos casos, está más que justificada la acción de la policía.
Casi todos hemos tenido la oportunidad de ver como algún desaprensivo circulaba a lo loco un fin de semana cualquiera, y a esos hay que quitarlos de las calles por el bien común de todos.