El refranero es sabio y, aunque las características de los frutos dependen de muchos factores, lo que está claro es que estamos en plena temporada de espárragos. Cuando hablamos de espárragos podemos pensar en los dos tipos más importantes que existen, los espárragos blancos y los espárragos verdes. Su diferencia fundamental es la clorofila.
Los primeros se crían bajo tierra, mientras que los segundos adoptan su color verde por la producción de clorofila gracias a la luz del sol. Los espárragos blancos generalmente se consumen frescos o en conserva, y los verdes pueden ser de cultivo (los que podemos disfrutar a lo largo de todo el año) o silvestres, que son mucho más sabrosos y ahora también están de temporada.
Una de las principales diferencias entre los espárragos blancos y los verdes, es que los blancos se recolectan cuando son brotes y todavía no han salido a la superficie. Por otro lado, los espárragos trigueros ya han salido enteros a la superficie en el momento de la recolecta y han recibido la luz solar. La maduración al sol hace que los espárragos trigueros sean un alimento muy rico a nivel nutricional.
Los espárragos trigueros contienen diversos minerales como calcio, potasio, magnesio y fósforo. Su contenido en potasio lo convierte en un excelente diurético natural que combate la retención de líquidos y contribuye a la eliminación de toxinas del organismo. Consejos de recetas pueden ser varios: con jamón, en sopa e incluso directamente solos con un poco de sal y pimienta negra recién molida. ¡PRUÉBENLO!