Toda la vida pensando que el callo era la grande y ahora va a resultar que es la chica. El rey tiene el cielo ganado con su familia. Aunque sería más justo pensar que el atípico es él; Juan Carlos, tan campechano y simple. Corinnas y elefantes aparte no es el prototipo de Borbón que tiene registrada la historia. Tampoco el Nene, cuyo estilo de vida parece apartarse de la excentricidad y el protagonismo.
Han imputado a la Infanta Cristina. “Maldito el día en el que le dio a la niña por los jugadores de balonmano”, dirá su padre. El caso es que el excepcional primera línea del Barça que fue un día Iñaki descubrió pronto que era más fácil ganar dinero desviando caudales públicos que peleándose en la pista con alemanes, yugoslavos y daneses de 2 metros y 120 kilos.
Cristina, a quien le recomendarán ahora que diga que lo hizo cegada por amor y sin conocer de qué se trataba, parece que no tenía suficiente con lo que ya de por sí trinca por ser hija de quien es. Su esposo también alega que no tenía constancia de las operaciones fraudulentas de la sociedad que él presidía. Él era más de mandar correos electrónicos cachondetes con los coleguitas sin saber lo que hacían sus asesores a sus espaldas. Pobrecito.
Está muy de moda eso de ser la cabeza visible de lo que sea y que cuando se mancha la cosa “yo aquí no pinto na”. Si no que se lo digan a Messi y a papá Jorge Horacio.
Pero no nos desviemos. La infanta tendrá que declarar ante el juez porque ya está bien de que la fiscalía esté ahí para defender a la Casa Real mientras le busca las cosquillas al resto de los mortales. Para eso dijo su padre en su discurso del año pasado que “la justicia es igual para todos” en clara alusión a su yerno y desmarcándose de sus sospechosos apaños en lo que ahora podríamos concluir que fue una maniobra para defender a su hija.
No me mire así por ver el discurso del Rey, porque lo hago todos las Nochebuenas. Ya sé que usted no, que siempre dice lo mismo, palabrería llena de buenas intenciones sin un fondo real y totalmente desprovisto de autocrítica. Pero usted se gasta un capital todos los años en lotería sin llevarse ni un duro y yo no le digo nada, amigo.
