Ha pasado en Panamá. Necesitaban hacer una gran obra y recurrieron a un concurso público. Fijaron un precio mínimo, a partir de ahí las empresas pujaron y todas dieron el precio algo mayor (lógico) excepto un consorcio capitaneado por una empresa española que ofreció hacerlo por bastante menos. A mitad de la obra dicen que hubo un error y hay un sobrecoste de más del 50% del precio fijado. El gobierno panameño dice que el problema no es suyo y que si no lo hacen, no tienen inconveniente en encargarlo a otra empresa. Para mediar en el conflicto ha ido una ministra del gobierno español (incomprensible, aunque conociendo el nombre de la empresa quizá se entienda) ¿a qué ha ido la ministra? A explicarle a los panameños como se hacen las cosas en los países del primer mundo.
Lo normal es que las obras se fijen en un precio, que es orientativo. Luego se paga no el 50% más, el 150% o el 200%, es lo lógico. Luego esa empresa se pasa por la sede del partido (da igual cual) y entrega un maletín lleno de billetes grandes, dinero que hay que meter en sobres e ir dando a los cargos del partido, gastos de representación se llaman, y ellos hacen lo que creen conveniente para declararlo o no. También le ha explicado que deben tener un Senado en el que trabajen muchísimos senadores con coche oficial, aunque no sirva para nada más que para tener a muchos del partido colocados. Lógicamente tienen que dividir el país en muchas más provincias con sus diputaciones, en cada una pueden colocar a muchos más de sus partidos para hacer nada, además de los diputados y presidentes. Y tienen que dar dinero a las grandes empresas y los bancos para que el sistema se mantenga ofreciendo dinero por aquí y por allí.
El Presidente de Panamá le ha preguntado si los españoles están contentos con ellos, a lo que la ministra le ha contestado que sólo tiene que comprobar que les siguen votando, se van intercambiando en el poder y ya está, todos contentos. Ante su asombro le ha dicho “mira como será la cosas que al jefe de los indignados lo hemos puesto de Diputado y ahora no sólo cree en el sistema, hasta pide más políticos” y los demás calladitos.
