Los juegos de azar y, en concreto, los juegos relacionados con los naipes siempre han sido muy populares entre los españoles, que ocupan mucho de su tiempo libre jugando con las cartas, ya sea a juegos como el conocido blackjack, ya sea de manera presencial contra otros jugadores o moviendo cartas en la versión digital, al blackjack online. De hecho, los juegos de cartas, a nivel generalizado, han aumentado en popularidad durante los últimos años a través de las numerosas plataformas online, siendo el blackjack uno de los juegos más recurrentes. ¿La razón de este éxito? Básicamente estamos ante un juego relativamente sencillo, de desarrollo de partidas ágiles, divertido y que engancha partida tras partida.
Veamos más profundidad en qué consiste este juego del blackjack. Este juego de cartas consiste en sumar veintiún o acercarse a dicha cantidad y, en ningún momento, pasarse de estos dígitos, porque la derrota, entonces está asegurada. A este juego se puede jugar contra una máquina o de manera más amena contra otros jugadores. En algunas plataformas se ofrece la opción tradicional de jugar contra un crupier, incluso en la versión más online de este juego. La cuestión es elegir y probar con esas modalidades de contrincantes que más apetezcan en un determinado momento. El objetivo siempre será jugar de manera responsable y pasar un buen tiempo de ocio. Decíamos que una de las razones del éxito del blackjack online, o presencial, está en su sencillez. Es cierto, aunque hay que aprenderse unas básicas reglas para jugar de una manera normal, al menos para divertirse. ¿Y qué debemos aprender? Básicamente el valor de los naipes. Para conocer cómo suman las cartas, debes saber que cada una de ellas posee el siguiente valor: Del 2 al 10: valen su valor numeral; las figuras J, Q y K: valen 10; el AS vale 1 u 11, de acuerdo con las necesidades del jugador. Con esto, el resto será cuestión de practicar y practicar.
Bueno, no sólo de practicar y practicar. El blackjack cuenta también con otras normas sencillas. Veamos cuáles, aunque son de fácil aprendizaje. Habrá un jugador que iniciará el juego con dos cartas y podrá solicitar más cartas hasta que decida renunciar a ello. En el caso del conseguir blackjack (es decir la suma de 21 en función a los valores de las cartas enumerados previamente) habrá ganado la mano, excepto si el software también consigue sumar dicha cantidad, en el que habrá empate. Si la suma de sus cartas supera 21 el jugador pierde la mano. De conseguir una cantidad menor de 21, resultaría ganador siempre y cuando el crupier virtual obtenga una cifra menor o se pase de 21.
Explicado y entendidas estas reglas, seguramente que estarás en disposición de disfrutar de este juego de cartas. Como estamos hablando del blackjack online, podrás hacerlo desde casa utilizando bien tu teléfono móvil, tu tableta, tu ordenador o cualquier otro dispositivo que esté preparado para que eches una buena partida de cartas. O para que vayas aprendiendo más sobre el blackjack, puesto que te podemos decir que hay alguna variante. Por un lado, tenemos la opción clásica del blackjack. En esta versión, el crupier comienza el juego con una sola carta y el jugador puede solicitar la apuesta con seguro. La otra opción es la modalidad americana, donde el crupier comienza con dos cartas y la opción de apuesta con seguro está condicionada a que este tenga un AS. Pero si quieres sentarte en una mesa contra otros adversarios también es posible en la versión online del blackjack.
Influencia de otros juegos
A estas alturas del texto, seguramente estés pensando en que tú puedes moverte muy bien con las cartas en la modalidad del blackjack. No es complicado entender las reglas y es relativamente sencillo ganar, ya que también puedes plantear una estrategia o seguir unos consejos en ese camino hacia el éxito de la partida. Pero también tienen que tener en cuenta que este juego, el del blackjack, es un juego de azar, y la suerte tiene, en este juego de cartas, una importancia alta. Veamos entonces cómo mejorar tu nivel de juego con el blackjack. El primer consejo está en aprovechar las versiones gratuitas que ofrecen las plataformas de los juegos de azar. Es una manera de practicar de manera absolutamente gratuita. Otro consejo está en no contar los naipes, ya que realmente no sirve para el blackjack online, porque se utilizan varios juegos de cartas y las cartas pueden aparecer en varias partidas seguidas. Por tanto, este viejo truco de jugador de blackjack de casino físico no es aplicable para la versión digital de este apasionante juego de cartas. Otro consejo está en estudiar las posibles combinaciones con los naipes; de pedir o no pedir más cartas, de tratar o no de doblar; de dividir por 8 o con un AS, por ejemplo. Son pequeños trucos o estrategias que te ayudarán no ya a ganar, sino a aumentar tu nivel de experiencia en este juego.
Y de esta manera, con una mecánica de juego relativamente sencilla para cualquier jugador de cartas, es como el blackjack se ha ido adaptando a los tiempos desde sus orígenes remotos. Una teoría ampliamente aceptada es que el juego surgió en el siglo XVIII en Francia. El juego que era popular en las zonas de ocio de las propiedades de Luis XV se llamaba Vingt-et-Un o Vingt-Un, que significa 21. En esta versión había algunas diferencias con el juego actual, como que solo el crupier podía duplicar y se hacían apuestas con cada carta que se repartía, pero tenía el mismo objetivo básico, acercarse lo más posible a 21 sin pasarse. Es decir, como en la actualidad. No obstante, otros historiadores de los juegos de azar aseguran que el blackjack tiene influencias de otros juegos y entre ellos está uno de origen español y reflejado en El Quijote. Esta influencia vendría de juegos como el italiano Sette e Mezzo, el francés Quinze y el español Treinta y uno también atribuyeron valores a las cartas y el objetivo era alcanzar un número específico. Algunos de estos juegos también contaron el as como un 1 o un 11, como se hace en la versión moderna del juego. De hecho, Miguel de Cervantes, autor de El Quijote, hizo referencia al juego español Treinta y uno en un escrito en 1570.