Como director de los mismos desde la primera edición en que la UMA apostó por esta cita educativa y cultural, llega cada año a la ciudad cargado de buenas intenciones y llenando los cursos de interesantes citas que convierten a Ronda en centro de la actividad universitaria de la provincia cada verano. Su exquisito trato, del que muchos podrían aprender, hace que, además sea imposible no respetarlo como director de los cursos y tenerle un enorme aprecio como persona. Con él hemos hablado de la edición de este año de los cursos de verano en nuestra ciudad.
¿Cómo considera que han evolucionado los cursos de verano desde su primera edición?
Es la evolución, en primer lugar, de la permanencia. Es una evolución en el sentido de la constancia. En segundo lugar debemos hablar del arraigo. Desde el primer año en que la Universidad de Málaga montó los cursos se han ido arraigando en la ciudad, son conocidos y queridos por los rondeños consiguiendo, no sólo una proyección de Ronda sino una internacionalización de la universidad malagueña. Estos son los factores fundamentales que, progresivamente, han ido dando a los cursos una forma consistente.
{xtypo_quote_right}Los cursos de verano se han ido arraigando en Ronda{/xtypo_quote_right}
¿Qué supone para Ronda la celebración de estos cursos y que supone para los mismos que se desarrollen en esta ciudad?
Para Ronda significa algo muy importante porque, siendo ciudad universitaria a través de la Escuela de Enfermería y antes con Magisterio, esto refuerza el contenido universitario de la ciudad al ser un mes en el que se conocer Ronda, principalmente, como lugar de universidad en el ámbito provincial. Que durante el verano sea el lugar del conocimiento y la reflexión creo que significa mucho. Además del punto de vista turístico y de ocio, estos cursos aportan mucho.
Para los cursos, el hecho de que se celebren en Ronda supone hacerlo en una ciudad patrimonial. Los ponentes, los alumnos, los expertos tienen como escenario este marco con una tradición profunda, con unos rasgos y perfiles muy señalados, neurálgica entre las ciudades emblemáticas españolas, lo que colabora a que los cursos tengan esa dimensión y sean potenciados desde la ciudad de Ronda.
{xtypo_quote_right}Para los cursos, el hecho de que se celebren en Ronda supone hacerlo en una ciudad patrimonial{/xtypo_quote_right}
¿Qué criterios se siguen a la hora de elaborar el programa de los cursos de verano?
El proceso de preparación es complejo y tiene varios caminos. En el mes de septiembre empieza el proceso de selección. En primer lugar se abre un tiempo de propuestas que pueden venir de profesores de la universidad, grupos de investigación, otras universidades, etc… Por ahí vienen las primeras propuestas que se seleccionan. Luego hay otras exteriores que vienen de personalidades o entidades externas a la universidad que quieren colaborar. Por su parte, desde la dirección de los cursos se van estudiando acontecimientos que van ocurriendo a lo largo del año y de ahí se van destacando hitos sociales o claves que derivan en propuestas de cursos. Estas son las tres directrices fundamentales para seleccionar cursos.
¿Cómo valora la respuesta de los alumnos en estos años?
Es muy positiva. A todos nos gustaría que todos los cursos estuvieran a rebosar y eso ocurre en muchos casos. La respuesta es muy buena. Además los cursos tienen becas para poder ayudar a los alumnos que no pueden costearse el desplazamiento y el alojamiento durante una semana con lo que potenciamos a estas personas con cinco becas por cada curso. Por otro lado hay muchos que se costean su estancia en Ronda y por último muchos alumnos rondeños que ayuda a los cursos porque la propia ciudad se beneficia de esta actividad. El nivel de alumnos es muy óptimo teniendo en cuenta que hay que estar en Ronda una semana para asistir a un curso completo.
¿Qué espera de esta edición de los cursos de verano?
Espero universalidad. Lo que ocurre en lo concreto, en la vida diaria, va reflejando a través de las distintas disciplinas y los distintos conocimientos, un espíritu internacional. Nuestra vida exige siempre un horizonte mayor y en ello transcurre el hecho existencial, entre el acto cotidiano y la superación. Entre esos dos polos hay que aprender a vivir. La ciencia universitaria es ayudar a que eso pueda ocurrir.