Huele a Feria. La semana festiva rondeña llega para tratar de dar alegría a una ciudad que está sufriendo en demasía. La crisis se está dejando sentir con fuerza desde hace años, mientras los rondeños tratan de torear los malos momentos como buenamente pueden.
Esperemos que los rondeños, aunque sean con muchas limitaciones en algunos de los casos, puedan disfrutar de una semana de diversión tranquila y puedan olvidarse durante unos días de los muchos problemas que tienen y tiene la ciudad. Eso toca dejarlo para luego, cuando se inicie el nuevo curso, tanto político como escolar, y será entonces cuando vuelvan los problemas.
Ahora toca pedir prudencia a la hora de vivir unos días festivos, disfrutar de la Feria sin incidentes y esperar a que el próximo año sea mucho mejor.
Precisamente, dentro de esa prudencia juegan un papel muy importante los más jóvenes, que tienen en la práctica del botellón un elemento de peligro añadido. El pasado año no hubo percances, y esa debe ser la tónica este año, aunque no siempre ha sido así. No quedan muy lejos los incidentes en la zona centro, precisamente, en las que se baraja el prohibir el botellón, algo que ya debería ser un hecho. Motivos de seguridad y de economía lo avalan.
En definitiva, pasarlo bien no tiene que estar vinculado a la ingesta masiva de alcohol. Prudencia, por favor.