Andan los habitantes de este singular pueblo, emporio del corche, cariacontecido porque su alcalde, Antonio Granero, continúa erre que erre (sostenella y no enmendalla), sin bajarse el estipendio mensual que le corresponde como regidor. Se aprobó,con consentimiento de sus conmilitones en el equipo de gobierno consistorial, una subida de sus emolumentos de 900 euros mensuales a 2.500, en el pasado mes de mayo, con carácter retroactivo para más inri. Los cortesanos, con toda la razón del mundo pusieron el grito en el cielo. Se escandalizaron con esta subida desorbitada de la retribución de su primer edil, dado las las difíciles circunstancias económicas por las que atraviesa el municipio , ni más o menos parecidas al resto de los de la provincia, acuciados por la crisis galopante que todo soportamos con su secuela de paro generalizado y de carencias sin cuento en el seno de las familias. Si en un primer momento, a tenor de las protestas ocasionadas por la arbitraria decisión, el regidor pareció que reculaba admitiendo una bajada inminente de sus emolumentos, lo cierto es que meses después, hasta la fecha, esto no se ha producido.
Los socialistas, ni cortos ni perezosos,ante la irascible actitud de Granero, que llegó a ausentarse del pleno a principios de julio,en el que había de tratarse la ostensible subida de sueldo, acaban de orquestar una nueva protesta, esta vez en forma de un encierro en las dependencias municipales. Reclaman además el pago de las retribuciones atrasadas del personal administrativo y empleados públicos, amén de exigir la transparencia de las cuentas públicas y la ejecución de un nuevo presupuesto ya que el actual data de varios años atrás.
Visto así las cosas, no extraña que desde el Gobierno central se propugne una férrea ley de transparencia en las administraciones públicas, mientras aboga por la unificación de los ayuntamientos allí donde éstos se muestren ineficaces para el cumplimiento de sus funciones.