Seguramente desde nuestra ventana o balcón, mientras paseamos o hacemos deporte en este tiempo que nos ha tocado vivir, nos habrá llamado la atención, después de la puesta de sol y en dirección oeste, un brillante lucero en el firmamento. Se trata del fascinante planeta Venus que actualmente tiene una magnitud aparente de -4,8. Este espectacular brillo es debido a que se encuentra ahora muy cercano a nuestro planeta, a tan solo unos 65 millones de kilómetros y su albedo es un 70% (fracción de luz solar reflejada por un cuerpo que no tiene luz propia).
Venus, la “diosa romana del amor y la belleza”, el objeto más brillante del firmamento, aparte de la Luna, cuando es visible en el cielo nocturno. Es llamado el planeta hermano de la Tierra debido a que ambos son similares en cuanto a tamaño, masa, gravedad y densidad. La ausencia de detalles observables en su superficie fue interpretada, a finales del siglo XIX, como evidencia de grandes nubes que ocultaban un mundo rico en agua y posiblemente la existencia de vida.
Pero, la realidad es muy distinta, Venus es un mundo dantesco donde su densa atmósfera, compuesta en su mayor parte por dióxido de carbono, provoca un efecto invernadero que eleva la temperatura de la superficie hasta los 480º. Las nubes cubren por completo el planeta y producen frecuentemente lluvias de gotitas de ¡ácido sulfúrico! Además, existe una gran actividad volcánica, restos de elevación y derrumbamiento de montañas, cráteres de impacto y vastas llanuras cubiertas por gigantescos ríos de lava. En este extraño mundo el día tiene 243 días terrestres y el año 225 días terrestres, es decir, ¡el día es más largo que el año! Y el Sol sale por el Oeste y se pone por el Este, debido a que Venus gira sobre sí mismo muy lentamente en un movimiento retrógrado.
El lucero del alba o de la tarde ha fascinado a la humanidad desde los tiempos prehistóricos, siendo su movimiento en el cielo conocido por la mayoría de las antiguas civilizaciones, como los mayas que elaboraron un calendario religioso basado en los ciclos de este planeta. La mayoría de los primeros astrónomos pensaban que Venus, al igual que con Mercurio, podría ser en realidad dos cuerpos celestes diferentes porque, unas veces aparecía un poco antes del amanecer y, otras, después de la puesta de sol. La belleza de este lucero en el cielo, igualmente, despertó admiración e inspiración en compositores, poetas y pintores como Miró o el genial Van Gogh.