Con independencia de las alteraciones que se produzcan en cada situación de crisis, en el fondo de ella coexisten dos elementos que se interaccionan: El peligro y la oportunidad. No es un invento del que humildemente subscribe ni una frase biensonante sino un hecho palpable en una realidad concreta. Aunque toda alteración de un orden establecido produce abundantes beneficios a quienes descubren el secreto de encontrar la oportunidad de la crisis, no siempre surte el efecto pretendido por lo de a rio revuelto, ganancia de pescadores.
La crisis capta la esencia de nuestra incierta vida normal, porque ésta también tiene su doble faceta respecto de la funcionalidad de la persona: El peligro de perder la integridad física y el peligro de paralizarse o estancarse psíquicamente. Como contrapartida una situación de inseguridad nos ofrece la oportunidad de crecer emocionalmente, fortaleciendo nuestra capacidad para resolver conflictos y superar adversidades.
Al reflexionar sobre las dificultades que estamos viviendo nos enfrentamos con la importencia que sentimos ante la incertidumbre que nos acosa y que somos incapaces de controlar, igualmente nos sentimos reconfortados ante la extraordinaria capacidad de adaptación y recuperación que poseemos. Son notorios los cambios que obran en personas después de vivir adversidades muy penosas y prolongadas lo cual le llevan a los hombres y mujeres a crecer emocionalmente. Esta aptitud de los hombres para extraer consecuencias provechosas de las desgracias no está relacionada con la edad, el sexo, ni el nivel socioeconómico ni mucho menos con el tipo de dificultad que se afronte, porque la falta de un coche en una familia por ejemplo, tiene distinta lectura en todos sus miembros. Por el contrario el crecimiento emocional o secuelas positivas que ocasionan estas coyunturas estresantes dependen sobre todo de la capacidad de adaptación y de los mecanismos de defensa que se utilizan para protegerse de los efectos dañinos de la crisis, como consecuencia inmediata nos encontramos convertidos en hombres curtidos capaces de afrontar mejor el futuro.
Para las personas que han sufrido dificultades más o menos extremas, éstas se convierten en una especie de centro vital alrededor del cual reorganizan sus valores y expectativas, y configuran una vida más grata que les permite disfrutar de cosas sencillas a las que antes no daban importancia. Otros cambios positivos incluyen la maduración de la personalidad, la mejora en la relación con otras personas, el aumento de la solidaridad y el desarrollo de la capacidad para ponerse en la piel de los otros. Estas capacidades que se adquieren con las dificultades, si bien no estoy seguro que se transmitan genéticamente, si que se transmiten de padres a hijos y personas que viven bajo del mismo techo o de la misma escuela. En el fondo, el atributo humano más emblemático es la propia habilidad para hacernos a nosotros mismos, por lo dicho, no como esclavos de un destino labrado en nuestro mapa genético o esculpido en nuestro carácter, sino como sus forjadores. Primero intentamos acomodar el entorno a nosotros, pero terminamos acomodándonos nosotros a él, esta situación de crisis que estamos viviendo está provocando que todo el mundo se esté acomodando a las circunstancias existentes porque las posibilidades de futuro a corto plazo se están apocando. ¿Cuál es el gran problema que aparece con esta larga duración de la crisis?, pues sencillamente se está convirtiendo en un sistema y en él, el que no tenía cara la echa, el que pagaba deja de pagar, el que tenía palabra poco a poco va teniendo menos y por lo tanto y ley natural todo el mundo se acomoda a lo que el almanaque está dando.
Por generación espontánea, los hombres se convierten en Aves Fénix, pájaros de plumas brillantes y guantes blancos, que después de ser consumidos por la llamas resurgen de sus propias cenizas y vuelven a volar victoriosos hacia Heliópolis, la ciudad del Sol. Como es lógico, el Socialismo está al acecho, porque su razón de ser y existir exige la existencia de pobreza para haya gente a quien darle.