Recientemente asistí a una interesante conferencia en el convento de Sto. Domingo, organizada por el Ronda Balloon Club, impartida por el venezolano Jimmy Marull, piloto comercial e instructor de vuelo, que tiene un Record Guinness al atravesar una caverna de una montaña con un avión ultraligero. Y contó una curiosa anécdota que gentilmente me ha enviado: “En 1999 tuve el privilegio de ser invitado a dar una conferencia en el magno auditorio del Hilton de Houston, USA.
Por respeto a la audiencia siempre llego temprano por lo que fui llevado a una elegante sala de espera junto a un señor mayor, corpulento y gentil como un Buda. Me preguntó por qué estaba allí y con poca modestia le dije que daría una conferencia basada en mis experiencias como piloto. Eso lo hizo sonreír y me dijo: Que casualidad… yo también soy piloto. Mi conferencia trata de un vuelo que marcó mi vida y me hizo entender mejor este mundo al verlo en la distancia. También ahí encontré a Dios y le hice un lugar en mi vida. ¿Cuál es tu nombre? y me contestó: Neil Armstrong. En esa pequeña sala de espera tuve una de las conversaciones más enriquecedoras de toda mi vida. Su conferencia me transportó en un viaje hacia adentro, el público quedó mudo y yo tuve la suerte de compartir con el primer ser humano que puso el pie en otro mundo”.
Neil Armstrong fue el primer ser humano en pisar la Luna y junto a Edwin “Buzz” Aldrin estuvieron cerca de dos horas y media caminando sobre nuestro satélite, recogiendo muestras, haciendo experimentos y tomando fotografías. Armstrong fue elegido principalmente porque creían que llevaría mejor el peso de la fama y había demostrado tener una gran capacidad para resolver problemas imprevistos, como ocurrió en el alunizaje.
Nuestro compañero Rafael Muñoz, en un anterior artículo, nos describió está hazaña histórica y en este día que celebramos el 50 aniversario recordaremos brevemente el complicado descenso del Módulo Lunar en aquella mágica madrugada del 21 de julio de 1969 (en España) y que tan magistralmente narró Jesús Hermida. El evento mantuvo a millones de espectadores del planeta “pegados” a los televisores y radios: Los astronautas Armstrong y Aldrin se introducen en el Módulo Lunar “Águila”. Se separan del Módulo de Mando “Columbia”, donde se queda el tercer miembro de la tripulación, Michael Collins. Desde una altura de 10 km el Módulo Lunar comienza a descender hacia la superficie lunar, algunos periodistas lo describen como parecido a la caída de una hoja desde la rama de un árbol. Pero, durante el descenso salta la alarma en el “Águila”. Tras el desconcierto inicial, Armstrong comunica que se trata de un error 1202, ¡memoria llena! (el ordenador de vuelo del Módulo Lunar tenía una memoria RAM de ¡4 KB! y un disco duro de ¡74 KB!). Como comandante en cualquier momento, podía abortar la misión si consideraba un peligro real para sus vidas.
Al encenderse el motor de frenado y acercarse a la superficie lunar, se produce una nueva situación de peligro, el módulo se aproxima a un cráter debido a un error de cálculo en la trayectoria de descenso. Armstrong desconecta el sistema automático y toma los mandos manuales y aleja al módulo de dicha “trampa”. Pero a pocos metros de la superficie lunar nuevamente se activan las alarmas, sólo les quedan combustibles para 30 segundos y una situación de máximo riesgo. Afortunadamente la nave logra alunizar al sur del Mar de la Tranquilidad y a las 3h 52m hora española el primer ser humano pisa la superficie lunar. En total los astronautas permanecieron 21h 38m en la Luna y la operación de despegue desde la superficie lunar y acoplamiento con el Módulo de Mando fue un éxito. Cualquier fallo en estas maniobras hubiese sido fatal, puesto que la NASA no tenía preparada ninguna misión de rescate.
Quizás porque nunca le gustó la etiqueta de héroe, delegó el protagonismo fotográfico lunar a su compañero Aldrin, siendo escasas las imágenes en las que aparece él, y que pueden resumirse en los siguientes ejemplos: su sombra mientras fotografiaba al Módulo Lunar; la famosa imagen de Aldrin, fotografiado por Armstrong, cuyo reflejo se ve en el visor; bajando las escalerillas en las imágenes televisivas; una foto examinando algunos componentes del Módulo Lunar y poco más.
Tras la gloria del histórico evento, Neil Armstrong estuvo retirado un tiempo, concedió pocas entrevistas y conferencias públicas evitando participar en actos sociales aunque en los últimos años rompió un poco su aislamiento voluntario. Se desligó de la NASA en 1971 y ejerció de profesor en el Departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Cincinnati. Armstrong nació en la modesta localidad de Wapakoneta (Ohio) y nos dejó en agosto de 2012, unas semanas después de cumplir 82 años. Para finalizar unas frases de Armstrong, la primera su contestación cuando le preguntaron si todo había sido un montaje: “Sé que un día alguien volverá a la Luna y recogerá la cámara que dejé allí”. La siguiente refleja la gran carga histórica que le supuso, a este modesto gran hombre, ser el primer humano en pisar nuestro satélite: “Me gustaría volver a la Luna para poder borrar mis huellas”.