En primer lugar debo iniciar este nuevo capítulo sobre los viajes internacionales de la Asociación folklórica Abul-Beka recordando aquello de que ‘rectificar es de sabios’. No es que nos creamos nosotros merecedores de ese calificativo pero sí sabemos rectificar cuando es necesario y en este caso lo es, sobre todo porque las personas que aparecen en las fotos no es que tengan el don de la eterna juventud sino que han sufrido el terrible despiste de quien escribe que les ha mandado, cual máquina del tiempo, diez años atrás cuando el viaje a tierras rusas se produjo en 1994.
Esperando que las bromas que ha traído consigo este lapsus no sigan más allá de estas líneas y con todo el cariño a todos los que han sido, son y serán miembros de los Coros y Danzas de Ronda, seguimos tachando destinos de esta impresionante ruta que nos están permitiendo compartir con ellos a través del tiempo y de los cinco continentes.
En esta ocasión no salimos de Europa y nos trasladamos al año 1995 donde la comitiva rondeña viajó, por tercera vez, hasta la isla de
Cerdeña para formar parte del 15º Encuentro Internacional de Folclore de la localidad de Tempio en el que compartieron escenario y convivencia con grupos de otros puntos del planeta como Rusia, Georgia, Venezuela, Serbia, Suecia o Cuba. Del 21 al 26 de junio estarían en esta ciudad para, posteriormente, viajar hasta otro municipio, el de Asemini en donde también mostraron su arte durante varios días.
Durante el viaje, no sólo pudieron comprobar el calor humano que recibieron de los italianos tanto en sus actuaciones como fuera de ellas, sino que pudieron disfrutar de algunos espacios realmente repletos de belleza, encanto y lujo ya que tuvieron la oportunidad de visitar la Costa Esmeralda, un lugar donde algunos de los más ricos y famosos del mundo pasan su tiempo de descanso.
En este tercer viaje a Cerdeña los grupos participantes en el festival se alojaron en un colegio cuyo patio central fue el escenario de grandes fiestas nocturnas donde los miembros de cada país aportaban sus instrumentos musicales y sus danzas locales en encuentros que duraban toda la noche y que, sin duda, son algunos de los momentos más recordados por los rondeños de este viaje donde también entablaron mucha amistad con el grupo de ‘banderatoris’ de Caba, localidad que visitarían un par de años después.