El Rayo Verde consiste en un cambio de color del Sol en el momento de aparecer o desaparecer su limbo superior en el horizonte. Es un fenómeno atmosférico poco frecuente que Julio Verne convirtió en protagonista de una de sus novelas más románticas.
El Rayo Verde fue publicado en 1882 y relata la búsqueda de dicho fenómeno por una expedición científica para que Elena (el personaje principal) encontrara a su “alma gemela” (el pintor Olivier), basándose en la leyenda escocesa que indica que dos personas que lo vean a la vez se enamoraran al instante y entenderán con claridad sus corazones y el de las otras personas.
Aunque el fenómeno puede verse a simple vista sorprende que no haya habido referencias escritas hasta fechas relativamente recientes. No obstante, se sabe que los antiguos egipcios lo conocían y los celtas de la Isla de Man creían que esos rayos del sol conferían a las plantas misteriosas propiedades curativas. La primera referencia científica del origen del rayo verde apareció en la revista Nature en 1883 y desde entonces se ha intentado «cazarlo» y fotografiarlo.
El rayo o destello verde se produce tanto sobre horizontes marinos como terrestres si éstos son llanos y con gran visibilidad (llanuras o desiertos). Ocurre poco después de la puesta de sol o poco antes de la salida del sol. Cuando nuestra estrella se acerca al horizonte, la refracción atmosférica separa los distintos colores del disco solar (como sucede en un prisma), quedando en su borde superior, por este orden, el color violeta, el azul y el verde. Sin embargo, el violeta y el azul son difundidos por la atmósfera terrestre, llegando a nuestros ojos el color verde justo en el momento en que ya sólo es visible el limbo superior del disco solar. No obstante, en condiciones muy excepcionales es posible observar un rayo azul o violeta.
El rayo verde requiere una fuerte estratificación por capas en la atmósfera y un espejismo que magnifique su color durante un periodo de entre unas fracciones de segundo y dos segundos. El récord de duración de este fenómeno está registrado en 35 minutos, y fue visto por miembros de la expedición del explorador y aviador estadounidense Richard E. Byrd en una base científica de la Antártida en el año 1934.
Para concluir, y volviendo a la novela del genial Julio Verne, citar el relato final de la obra: “[…] cuando por fin los expedicionarios pudieron contemplar, con toda su maravilla, el deseado Rayo Verde, únicamente, ellos, ambos jóvenes, no habían podido verlo porque en el momento en que el sol lanzaba su último rayo a través del espacio, sus miradas se cruzaban en un rayo de esperanza, color de esmeralda, olvidándose de todo en su mutua contemplación”.
Y como siempre que tratamos temas relacionados con el Sol, la siguiente advertencia: NUNCA OBSERVAR EL SOL DIRECTAMENTE SIN LAS DEBIDAS PRECAUCIONES. LA OBSERVACIÓN SOLAR SIN LA PROTECCIÓN ADECUADA PUEDE CAUSAR CEGUERA.