… comienza la calle Armiñán que, junto a la cuesta de Las Imágenes, es esa travesía de La Ciudad que tantas controversias provoca. Es un camino imprescindible para comunicar norte y sur de la población mientras no haya alternativas viables y, me temo, tardaremos bastante en poder contar con alguna lo suficientemente práctica y atractiva que permita dejarla de lado.
El ilógico crecimiento urbanístico y el reciente hospital comarcal han llevado consigo el aumento exponencial del tráfico rodado de paso por ella. Ese aumento es incompatible con el mantenimiento y disfrute correctos de nuestro valioso conjunto histórico. Está clarísimo que son necesarias medidas de control.
Pero estas medidas, por afectar a un conjunto neurálgico, deben ser muy meditadas y cuidadosas. Los golpes de autoridad, las ocurrencias del momento o los condicionantes políticos no sirven de nada. Mejor, hay que olvidarlos. Mucho más positivo en la búsqueda de una autorregulación continua que no conlleve un rechazo frontal, (¿les suena al corte del puente?), es poner en marcha medidas que desincentiven pasar por allí. Que hagan lento, incómodo o trabajoso ese camino para inducir a tomar otro.
Lento e incómodo para los coches ya se ha vuelto tras declarar Zona Residencial La Ciudad, porque la velocidad reducida y la preferencia peatonal conducen a ello. Es la primera e ineludible medida a tomar, como les dije la semana pasada. Ahora hay que dificultarlo un poco, hacerlo algo trabajoso. Para ello hay varias posibilidades pero todas pasan por reducir el tránsito por esa travesía, mediante cortes más o menos amplios o limitaciones al doble sentido. Ello obligará al paso por los callejones, estrechos y tortuosos de por sí y con turistas o viandantes con preferencia de uso y transcurso.
Circular por los callejones es habitual entre sus vecinos, por lo que no les ocasionará problemas añadidos. Pero a los no acostumbrados les fastidia. Las vibraciones del empedrado, las vueltas y revueltas, las estrecheces y esquinas resultan incómodas y muchos tenderán a evitarlas. Ciertamente crecerá el número de coches por esos callejones, pero eso será temporal; la mayoría irá desviándose hacia otros vericuetos, aunque los recorridos aumenten, para evitar estas molestias.
En resumen, se trata de limitar el paso de vehículos por la travesía desviándolos por los callejones que tienen origen y fin en la misma. Serán recorridos alternativos y disuasorios mientras se ponen en marcha esos otros que serán las propuestas definitivas para el futuro y permitirán salvar nuestro patrimonio y las formas de vida tradicionales, poniendo La Ciudad a disposición y gozo de paseantes y diletantes. Recuperaremos el silencio de solo las palabras y los pasos propios.
He propuesto varias opciones, lógicas, respetuosas dentro de lo posible y encaminadas a un buen fin. La más simple de puesta en marcha, y con rápida asimilación por todos, cortaría el tráfico de calle Armiñán entre el cruce con la cuesta de Santo Domingo y la plaza de Juan de Dios de Córdova. El tráfico en dirección al Barrio se desviaría a la derecha por calle Tenorio enlazando en la plaza ya citada con la travesía. El de dirección al centro se desviaría en la plaza de Abul Beka hacia Marqués de Salvatierra, conectando con la travesía junto al Convento de Santo Domingo. El tráfico rodado por La Ciudad se volvería circular y muy cómodo para los vecinos. Algo más complejo para los que van de paso, pero de eso se trata.
Una variación sobre la anterior, también factible pero más incómoda para los vecinos, aunque menos dificultosa para el resto, es dejar unidireccional el mismo tramo ya señalado de calle Armiñán y a los dos citados callejones que lo circunvalan se les adjudicaría el sentido contrario. De esta manera el tránsito, o norte- sur o sur-norte, no encontraría ningún inconveniente. Si se adoptase esta variación sería más positivo el sentido norte-sur para la calle Armiñán, permitiendo un paso más ágil hacia el hospital.
Tres sencillas opciones de fácil y baratísima puesta en marcha y con una gestión sin polémicas mientras se aprueban y obran los recorridos alternativos que eliminarán definitivamente, o reducirán drásticamente, el tráfico de paso por La Ciudad. Evidentemente habría que reformar el pavimento de la calle Armiñan para adaptarlo al de todo el conjunto. No sería una obra demasiado costosa y sí muy beneficiosa para la mejora integral del conjunto histórico, pues simplemente habría que cubrir el actual asfalto de la calzada para vehículos con un empedrado, losas y cantos, a nivel de las actuales aceras. Ya no son necesarias, estamos en una Zona Residencial. Está pequeña obra permitiría también, o de paso, soterrar todo el cableado que discurre por las fachadas a esa calle y que las afea y desfigura injustamente.
Habrán notado que ya doy por sentada la declaración de La Ciudad como Zona Residencial. Si aún quedan restos de sensatez entre Los Sentados les está faltando tiempo para dictarla. Y, también, para revocar el corte del Puente por no ser beneficioso para nada ni nadie y sí, muy perjudicial para casi todos. Con un insoportable costo en personal. Las alternativas definitivas que propongo necesitan más explicaciones.
Pero eso será otro día.
Paco Vidal
Temprano en la mañana leo tu artículo, a bote pronto me gusta. Necesito leerlo de nuevo, una y más veces, el tema es de trascendental importancia para personas y entorno, y como tal hay que tratarlo. En él hay propuestas dignas de un profesional preocupado por el futuro de su cuidad, pero a la vez dolido por la forma tan trivial como se está tratando el asunto en el presente.
Por desgracia nuestra ciudad ha entrado en ese círculo infernal de ruptura entre Norte y Sur, y como sucede a escala mundial también aquí es el Sur el discriminado. En la mayoría de los casos esa ruptura obedece a intereses ocultos, ¿Aquí también? ¿O es por ignorancia? Sea el que fuere el motivo, el mal está hecho. Espero que tengamos fuerzas y argumentos para deshacerlo.
Fraternal saludo, Paco Vidal
pedro enrique santos buendía
Paco, el norte es el grupo de Sentados que en cualquier elección quiere representar al sur, que somos nosotros los ciudadanos. Dicen: para darnos voz y luchar por el bien de todos. Hacen: solo hablan por y para ellos y el único bien que les interesa es el propio. Y nunca rectifican porque jamás se equivocan, ¿? ¡Qué pena de Ronda!, con lo bonita que era. A veces los ciudadanos unidos consiguen vencer al norte. Ánimo.