El pasado miércoles conocíamos la triste noticia del fallecimiento de Félix Manuel Sancho Gracia, que ha pasado a la inmortalidad televisiva por el papel Curro Jiménez, un bandolero de buen corazón y altos ideales que durante muchos años de la década de los 70 se convirtió en la noche de los domingos en la mejor publicidad que nunca ha tenido la Serranía de Ronda. Descanse en paz el gran actor y descanse en paz su personaje.
Pero a Curro Jiménez le ha salido un inesperado imitador, un atrabiliario bandolero parlamentario. Montado en un coche oficial y con familiares enchufados, alto sueldo y bajas ideas, un ruso a modo de estudiante que no sabe una palabra de español pero cobra un dineral por salir en la foto junto a él, con Sancho Gracia en su lecho de muerte asaltaba dos grandes superficies en lo que este “chorizo con inmunidad” calificaba de “expropiación parlamentaria”.
Que Juan Manuel Sánchez Gordillo no le tiene apego al dinero es de sobras conocido. Sin embargo, y que durante años estuvo ingresando en sus cuentas los sueldos de diputado autonómico y maestro y cuando le avisaron de la ilegalidad de la situación comentó como única excusa que no se había dado cuenta, lo cual ya califica a este bandolerillo de nuevo cuño.
Lo peor de todo es que este personaje -en Gordillo se confunde ficción y realidad-, es además un cobarde, porque su primera reacción tras conocerse que la Policía iba a proceder a la detención de los implicados en unos asaltos en el que resultaron heridas tres trabajadoras de una de las grandes superficies asaltadas -sin duda grandes representantes del más feroz capitalismo que Gordillo dice combatir-, fue decir que él no entró en los supermercados, por lo que no se le puede achacar un presunto delito de robo que sí podría recaer sobre el resto de la cuadrilla, nunca mejor dicho, de este bandolero que ha demostrado una vez más que tiene más cara que vergüenza.