Calles en penumbra, arrastrar de cadenas, cantos gregorianos y, Silencio. En la noche del Miércoles Santo la Hermandad Sacramental del Santísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora del Mayor Dolor volvió a llenar las calles rondeñas de devoción, penitencia y sentir cofrade.
A las once en punto, como marca la tradición, sonaban los tres golpes del llamador de la puerta del Obispo de la Colegiata de Santa María la Mayor, al tiempo que se escuchaba una voz fuerte y la palabra ¡Silencio!, la única que volvería a sonar en toda la estación de penitencia.
En ese momento más de 300 hermanos, con túnicas rojas y bancas, descendían por las escaleras, al tiempo que las pesadas cadenas que eran tiradas por los penitentes marcaban el sonido cofrade de la noche.
Un único trono de horquilleros, con el Cristo crucificado y su madre sufriendo ante él, lo decía todo, no hacían falta más palabras ni imágenes para describir uno de los momentos que, sin lugar a dudas, definen la Semana Santa de Ronda.
El tambor marcando el paso de los horquilleros sonaba con rotundidad por las calles del casco antiguo y, al cruzar el Puente Nuevo los rondeños y los numerosos visitantes que se concentraban junto al profundo cortado pudieron disfrutar de una de las imágenes más bellas y emotivas de la Semana de Pasión.
Con los penitentes marchaba la Schola Gregoriana Hispana, de Granada, con cantos que invitaban al recogimiento y a la oración.
Al subir la cuesta del Ayuntamiento, en la recogida, se escuchó la tradicional frase de ¡Ahora empieza!
Fue un año más una noche de Silencio en Ronda.