Orión es una de las constelaciones más hermosas del firmamento y tal vez la más rica en leyendas y mitos. Es el cazador gigante protagonista en la mitología griega de grandes hazañas que nació milagrosamente de la piel de una ternera, cumpliendo los dioses del Olimpo los deseos de un campesino de tener descendencia.
Está representado en el cielo por un ser de hombros anchísimos, alzando su bastón y protegiéndose con un escudo. Esta constelación, conocida como “la Catedral del Firmamento”, es muy fácil identificarla en esta época del año. Al elevar nuestros ojos al cielo nos encontramos con cuatro estrellas, en el centro de las cuales observamos un trío de astros en línea que forman el llamado Cinturón de Orión o popularmente “las Tres Marías”. Estas estrellas se encuentran a más de mil años luz, es decir, la luz que vemos ha tardado en llegar a nosotros más de mil años. Realmente lo que contemplamos en el cielo es el pasado del cosmos.
Rigel, la rodilla izquierda del gigante, es una estrella blanco azulada, 60.000 veces más brillante que el Sol. El hombro derecho de Orión es la estrella supergigante roja Betelgeuse, a unos 300 años luz, cuyo diámetro es unas 350 veces mayor que nuestro Sol y 10.000 veces más brillante. Del Cinturón de Orión pende la “vaina de su daga luminosa” donde podemos observar a simple vista una manchita borrosa, es la Nebulosa de Orión a 1.500 años luz de nosotros. Las nebulosas son inmensas nubes de gas y polvo donde se forman las estrellas por un proceso de colapso gravitatorio.
La Nebulosa de Orión es una “obra de arte” del Universo, conocida como «la Capilla Sixtina de la Catedral del Firmamento”, es una de las imágenes más bellas que pueden captarse a través de la astrofotografía, mostrándonos nubes difusas de formas caprichosas y coloridos brillantes, propio de la imaginación de un artista. Aunque, la belleza de la Nebulosa poco nos dice de los violentos procesos que se desarrollan en su interior, donde hay estrellas en formación y estrellas muy jóvenes, siendo los colores característicos de este tipo de nebulosas los ubicados en la gama del rojo y los ocres. La primera referencia histórica de su observación data del año 1664 cuando el descubridor de los anillos de Saturno y su satélite Titán, el holandés Christian Huygens, la describió bautizándola con el nombre de nebulosa de la palabra latina nebula que significa nube.
En el pasado dicho término se utilizó para describir a cualquier cuerpo que estuviese fuera de nuestro Sistema Solar y tuviera una apariencia difusa. La Nebulosa de Orión es conocida en el mundo astronómico como M42, numeración dada por el astrónomo francés Charles Messier, un cazador de cometas, que confundió en diversas ocasiones estos bellos objetos celestes con las nebulosas. El corazón de la Nebulosa de Orión, la parte más brillante, es conocido como el Trapecio, accesible con telescopios pequeños, pudiéndose distinguir cuatro estrellas “recién nacidas” siendo la más brillante de ellas la responsable del espectacular brillo que observamos. Otro de los tesoros de Orión es la Nebulosa de Cabeza de Caballo que se encuentra debajo de Alnitak (la primera estrella de “las Tres Marías”).