¿Se va usted a Roma?
Sí, me pidió el señor obispo que me fuera a Roma a ampliar los estudios, a hacer el segundo ciclo de Teología, lo que llaman la Licencia, y ahora pues estaré al menos un par de años allí estudiando.
Muchísimo tiempo de relación con Ronda y con la Serranía. Echando la vista atrás, prácticamente desde que ejerce usted como sacerdote ha estado vinculado a nuestra comarca. Toda la vida, 13 años…
Trece años, desde 1999 que me ordené y me mandaron a Cortes, la Estación de Cortes y Jimera de Líbar de párroco y estuve 4 años que recuerdo con mucho cariño.
El sacerdocio en esos sitios pequeños tiene todavía más de obligación para el sacerdote y da un plus también de trabajo el conocer más directamente a la gente.
Claro, primero que estaba empezando, fueron los años del comienzo, que la gente ya te ve como un cura pero tú estás haciéndote. Luego muchas veces tienes que asumir tareas que en otros sitios más grandes las desarrolla otra gente. Eso también te da más experiencia pero te hace tener que estar en mil asuntos a la vez. Pero ya te digo que lo recuerdo con muchísimo cariño, la cercanía de la gente, la relación con las personas en los sitios más pequeños es más fácil. Fueron años muy bonitos.
El sacerdote rural se asemeja mucho con el médico rural.
También, también, pero incluso en Ronda y en los sitios grandes tienes que hacer un poco de todo, la tarea nuestra es verdad que en la práctica abarca un abanico muy amplio.
En Ronda también bastantes años, bastantes destinos y mucho trabajo, porque realmente la escasez de sacerdotes hace que ustedes se tengan que multiplicar.
Eso es cierto, se va notando. Yo empecé de párroco del Espíritu Santo, un año, el primer año que estuve en Ronda, era entonces director de la escuela de agencia pastoral también y vicario de Ronda y Serranía, quieras que no, son muchas tareas. En estos 10 últimos años somos menos y se va notando la merma de los sacerdotes. Eso hace que haya que repartirse más o abarcar más campos, entonces es complicado, pero bueno.
Cuando el obispo le dice que vaya a culminar los estudios a Roma, no sé cómo lo recibió usted, porque 13 años aquí me imagino que dan para mucho, hay muchas amistades, muchos recuerdos…
Muchísimos, decía un compañero mío que un traslado después de este tiempo es como cuando sacas una maceta para transplantarla; la sacudes, pues que duele igual, es como que te arrancan de la tierra. Pero sabemos también que nuestra vida es eso, el obispo siempre ha respetado mucho mi decisión y lo ha ido proponiendo como una posibilidad que era necesaria. Uno sabe que entra en la tarea eso, que no somos fijos en el sitio, que también nosotros estamos de paso; que se queda la gente, se queda la iglesia y nosotros nos vamos a otros sitios a servir. Entonces, con esas premisas se va, que no quita que duela y que cueste, porque uno deja muchos amigos, muchas experiencias compartidas…
Me imagino que cuando uno ha estado ejerciendo un trabajo como el suyo, que es una vocación más que un trabajo, cuando hace balance de esos 13 años se acumulan muchos recuerdos, habrá algunos muy especiales de los que se sienta especialmente orgulloso.
Muchísimos, muchísimos, ahora así de golpe, es muy complicado. Pero te quedan las experiencias con las personas, han sido tantas historias de gente con la que compartes, que se te abre, que te cuenta… es tremendo. Así como experiencia recuerdo el miedo con el que yo vine a Ronda. Yo era cura de pueblo que llevaba cuatro años y un día te dice el señor obispo “mira que te vas a Ronda y estoy pensando que seas vicario episcopal” y le digo: “don Antonio (Don Antonio Dorado era el obispo entonces), ¿cuándo me tengo que decidir?” y me contesta “ya, ya”. Esa es una tarea que en ese momento pues te viene grande, esa sería una experiencia. Yo ahora me voy con mucho agradecimiento, es el sentimiento de ahora, el agradecimiento a tanta gente es lo que me sale, el agradecimiento por la experiencia de estos años y tantas personas que han estado.
Ha conocido usted a bastantes sacerdotes aquí que han sido compañeros suyos y que habrá tenido con ellos muchísimas vivencias, amistad… Porque tienen ustedes un trabajo complicado que realizan en grupo porque tienen que estar ayudándose.
Si no sería imposible. Ayer nos juntamos para despedirnos y para comer, los curas de la Sierra, los que estamos aquí, pero yo recuerdo cuando llegué a Ronda que estaban los sacerdotes mayores que llevaban aquí toda la vida. Hemos tenido los funerales de sacerdotes a los que yo he querido mucho; Don Antonio Gamboa, Don Gonzalo, Don Diego, Don José Melgar, un hombre del que yo aprendí muchísimo, siempre con ese sentido del humor y esas ganas de acompañarte, de servir. Entonces de los mayores he aprendido mucho y los jóvenes nos hemos ayudado mucho a trabajar, esto no es tarea de uno.
Habrá quien quiera ligar este cambio de aires con un pequeño problema que hubo con la Agrupación de Hermandades y Cofradías, yo creo que es algo absolutamente desligable.
Completamente. Las conversaciones con Don Jesús llevan tres años, no tiene una cosa que ver con la otra. Ha coincidido en el tiempo pero no.
¿Ese pequeño desencuentro como lo valora ahora desde la distancia y la tranquilidad?
Dificultades hay siempre y en esos 13 años las ha habido, lo que pasa es que ésta ha sido a lo mejor la última y la que más publicidad ha tenido. Es normal que en la Iglesia como en cualquier familia o grupo de amigos, pues haya diferencias, desencuentros y distintas maneras de ver las cosas. La manera que tengamos de resolverlo y el ayudarnos a sacarlos adelante todos juntos es lo que nos tiene que diferenciar. Pero ya está, un incidente que hubo que yo creo que se ha resuelto y que no tiene mayor importancia.
En todo caso es un desencuentro de opinión, porque desencuentros personales no ha tenido usted con nadie en la Agrupación.
Hemos podido tener diferencias de opinión como hay en todos lados, pero no son cosas que hayan llegado a la persona, no es así. La cuestión es que no saquemos estas cosas de quicio y que lo sepamos resolver en casa.
¿Qué importancia ha tenido la colaboración que usted ha tenido con la Agrupación de Hermandades de las distintas cofradías con las que usted ha tenido tanto contacto?
Yo soy consiliario de 4 hermandades y en este tiempo yo creo que la relación de trabajo ha sido idónea. Con unos puedes a lo mejor en algún momento simpatizar más que con otros, entenderte más, con otros puede haber más diferencias de opinión. Pero no hay problema en que haya distintas maneras de ver las cosas, de lo que se trata es de saber poner el trabajo en común y asumir las diferencias y trabajar por un proyecto en común. Al final lo que nos une es la misma fe, las hermandades no son algo añadido a la Iglesia.
¿Va a ir usted a la toma de posesión de Salvador Carrasco como presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías?
Ahora mismo no lo sé. No será por no querer si no porque ahora mismo estoy de mudanza. Tengo la casa empaquetada entera, me estoy llevando cosas a Málaga para dejarlas allí antes de irme a Roma y ahora mismo estoy de despedidas y no se ahora mismo lo que haré. Pero si no puedo estar le deseo lo mejor que seguro que trabajan con muchísimas ganas.
Ponerse a estudiar ahora después de 13 años intensos de trabajo es complicado ¿no?
Da un poco de pereza, sí, la verdad. Yo entiendo que es una oportunidad estupenda. Yo estuve viendo la facultad en el mes de abril y lo mismo te encontrabas un estudiante de Estados Unidos, una de la India, un profesor de Hungría… te da una riqueza y una perspectiva que es buena, pero por otro lado da un poco de pereza ponerte a estudiar ¿eh? Una cosa es ponerse a leer un articulito, formarte un poco, pero horas de clase por las mañanas y estudio por la tarde, uno piensa yo ya no estoy para esto (risas). Pero bueno, yo creo que algo bueno sacaremos de allí, sobre todo espero que a alguien le sirva algún día.
¿Para un sacerdote ir a Roma es como para un futbolista fichar por el Barcelona o por el Real Madrid?
(Risas) Lo que pasa es que yo estoy allí de paso. Tú vas a Roma, das una patada y salen mil estudiantes, pero estoy contento, yo agradezco la oportunidad que se me ha dado de trabajar en ese campo también. Pero yo espero que no sea eterno, Roma es la ciudad eterna pero mi paso por allí espero que sea temporal.
¿Le gustaría volver algún día aquí?
No lo sé. Yo dejo muchos amigos, es cierto, no sé lo que pasará, yo no hago planes. Que hay que volver, pues se vuelve, que hay que ir a otro lado, pues el Señor sabrá. Pero de todas maneras para mí han sido años preciosos de eso que no quede ninguna duda.
Un mensaje de despedida que quiera usted mandar a todos los rondeños.
Estoy intentando despedirme de mucha gente personalmente, solamente tendremos la eucaristía el día 29 y el ratito que nos veamos, porque tampoco se trata de eternizar esto, que se hace muy duro. Pero lo que decía yo no tengo otras palabras que no sean de agradecimiento a la gente, a todos los que hemos compartido la fe durante estos años, los que hemos compartido la amistad y a tanta gente buena que me ha ayudado en el camino. Sólo tengo que dar las gracias y animar a todos a seguir caminando.