En varias ocasiones hemos abordado ya el tema de la misión Rosetta en nuestras habituales colaboraciones científicas y astronómicas, en los medios informativos locales. Pero es que el objetivo lo merece. No en vano es la primera vez en la historia que instrumentos de fabricación humana estudian de cerca, y sobre el terreno, un cometa, enviando imágenes e información relevante a la Tierra, que costará años analizarlas detenidamente. Y todo esto ha sido conseguido por la Agencia Espacial Europea (ESA), con una importancia similar a la que tuvo en su momento el alunizaje del primer ser humano, en la década de los sesenta del siglo pasado, mediante las misiones Apolo de la NASA.
Los primeros años
La misión Rosetta es un proyecto ambicioso de la ESA (como hemos comentado antes) y, aunque ha tenido algunos fracasos o contrariedades, se puede calificar de exitoso, ahora que ya llega a su fin, pues todo no puede resultar al pie de la letra, según los cálculos previstos originalmente.
Rosetta fue lanzada al espacio el 2 de marzo de 2004, desde la base espacial europea de Kurú, en la Guayana Francesa, después de una serie de demoras, por distintos factores, incluido un lanzamiento, abortado en el último momento, debido a un problema en el cohete impulsor.
Su misión era viajar al encuentro del cometa67/P Churyumov-Gerasimenko, y colocarse en órbita del mismo, lanzando luego un módulo que quedaría anclado en su superficie. De esta manera podríamos conocer más detalles sobre los orígenes del Sistema Solar y las claves de la aparición de la vida en la Tierra, pues los cometas contienen los elementos más antiguos del sistema, y se consideran posibles portadores del germen de la Vida (con mayúsculas).
En el recorrido hacia su destino, la sonda toma una imagen de otro cometa el 30 de junio de 2005: el Tempel-1. Y en ese mismo año se acerca nuevamente a la Tierra, que le impulsa gravitatoriamente hasta una trayectoria más alejada.
En 2007, vuelve a tomar otro impulso terrestre, para continuar su viaje. Y a continuación el primero, y más decisivo, de Marte, pasando cerca de este planeta. Y es entonces cuando, después de 15 minutos de silencio total, mientras pasaba por detrás del planeta rojo, el control de la misión de la Agencia Espacial Europea aplaude a rabiar al reaparecer de nuevo. Esto es exactamente el 25 de febrero de 2007.
Otro hito curioso fue el 5 de septiembre de 2008, cuando Rosetta pasa a sólo 800 kilómetros del asteroide Steins (o Asteroide 2867), perdiéndose también la señal de radio, según lo previsto, durante 90 minutos, al pasar por detrás de dicho asteroide.
Un nuevo acercamiento a la Tierra en 2009 hace que otra vez sea impulsada con este tipo de carambolas energéticas, debidas a los campos gravitatorios.
El 10 de julio de 2010 tiene lugar un nuevo encuentro de Rosetta con un cuerpo celeste. En esta caso pasa a unos 3.160 kilómetros del asteroide Lutetia, entre las órbitas de Marte y Júpiter (el mayor asteroide visitado jamás por un satélite artificial), transmitiendo a la Tierra fotos del mismo, tomadas a esa distancia.
Las etapas más críticas
El 8 de junio de 2011, la sonda recibe la orden de entrar en hibernación, para evitar la descarga de sus baterías a una distancia tan considerable del Sol, siguiendo su periplo en un modo de consumo mínimo, sólo imprescindible para evitar su congelación. Siendo también muy aplaudido el momento, el 20 de enero de 2014, cuando envía a la Tierra la señal de su despertar a la vida, tras 957 días dormida. Y a partir de este momento se inicia un acercamiento controlado desde Tierra, hacia el cometa destino. El 6 de agosto de ese mismo año, Rosetta se encuentra a tan solo100 km del cometa, viajando a unos 775 m/s, entre las órbitas de Marte y Júpiter.
El 15 de octubre de 2014, la ESA, desde el centro de Control de Operaciones de Darmstadt, Alemania, pone fecha al aterrizaje del módulo Philae sobre la superficie del comenta. Esta fecha sería la del 12 de noviembre próximo, y lo haría sobre uno de los lóbulos más pequeños, el bautizado con el nombre de Agilkia, como una de las islas del río Nilo en el sur de Egipto.
Ese día la sonda suelta al módulo, y éste toca el suelo del cometa siete horas después. Pero, contrariamente a lo previsto, los arpones no consiguen clavarse en la superficie, por lo que rebota dos o tres veces hasta quedarse, aparentemente en algún lugar, posiblemente a la sombra, desde el cual no podía comunicarse con la sonda Rosetta, o había quedado destruido.
Un final apoteósico
Desde este momento, las hipótesis fueron numerosas y variadas, pero finalmente hubo comunicación entre Philae y Rosetta, y entre ésta y la Tierra en más de una ocasión, sobre todo cuando el coimeta se acercaba a su perihelio, cargando más las baterías de Philae. Puesto que desde Rosetta seguía la comunicación con Tierra de forma ininterrumpida, mientras ésta seguía al cometa en su trayectoria solar.
Nunca se supo a ciencia cierta en qué lugar del cometa se encontraba el Philae, hasta que recientemente, el pasado 7 de septiembre, a medida que Rosetta se acerca paulatinamente al cometa, fue descubierto por ésta en una grieta del mismo, efectivamente a la sombra, pero fue fotografiado, cuando sólo se encontraba a 2,7 km del suelo.
Posiblemente éste no sea el último hito importante que consiga esta misión pues se ha decidido que el próximo día 30 de este mes, Rosetta se posará suavemente sobre el cometa obteniendo hasta ese momento lo más posible en fotos y datos. Pero aunque la velocidad en el momento del aterrizaje, se calcula que será alrededor de sólo 50 cm/s, como ésta pesará sólo 300 gramos sobre el cometa, rebotará varias veces también, igual que le pasó a Philae, máxime cuando está no está preparada para ese fin. Ese momento está previsto para las 10:40 GMT, del citado día 30, con un error de más/menos 20 minutos.
La misión habrá durado más de 12 años (los dos últimos acompañando al cometa). Y, después de muchas fotos y datos obtenidos, tanto por Rosetta como por Philae antes de su mutismo, que darán trabajo y estudios durante varios años a los científicos, ambos hibernarán, ya definitivamente, a lomos del cometa, hasta las heladas profundidades del Sistema Solar.