Mientras los que mandan lleguen a fin de mes con el desahogo de ahora o no tengan problema para colocar a sus hijos en las universidades privadas por mediocres o sandios que sean, tenga usted la seguridad, compay, de que aquí, y hasta más ver, vamos a tener crisis para rato. Para un rato tan largo como la Guerra de los Cien Años, o más. Mientras los políticos se bajen un raquítico 7,5% de sus sueldos millonarios para justificar el hachazo del 5% que nos pegan en los sueldos a los más humildes, esto seguirá como está. ¿O es que es lo mismo que te descuenten 450 de 6.000, que 60 de 1.200? Ahí me las den todas.
Les estamos cogiendo tirria. Y por aquello de disparar por elevación, lo peor es que también la cogimos con el que trabaja para el sector público, hasta el extremo de volcar nuestras iras y fobias en escribientes, enfermeros, maestros y policías que nada malo nos hicieron y que, sin embargo, sufren las consecuencias de un sistema que se defiende sembrando envidias y cizañas entre iguales. Nuestros cabreos los desviamos de los responsables, hasta el punto de meter en el mismo saco al que nos sirve con vocación y al tuercebotas que llegó al machito porque había que poner a alguien y entre los que se murieron, los que se fueron jartos y los que entraron en el talego por llevárselo crudo, pues eso, que los más babosos, los más correbocas, los más torpes y ágrafos acabaron de concejales, de delegados, de asesores o firmando de directores generales o incluso arrellanados en el sillón inmenso de consejero. Sálvese el que pueda, pero a la escasa preparación del gobernante siempre sigue una democracia cuestionada.
Nada nuevo bajo el sol: así fue en la Roma de los Borgia: y en la Francia de Robespierre: en la Alemania del Cabo Adolf no te cuento, pues los burros llegaron a jefes de prisión: en la Cuba de los Castro un santero dio en ministro: y así podríamos seguir hasta la Rusia de aquel Stalin que ponía a los más lerdos en los cargos más altos de los soviets. Del nivel de los gobiernos franquistas, para hacerse una idea bastará echar un vistazo a las fotos sepia con los caretos peludos de Carrero, el bigotillo de Arias o la jeta de manijero que tenía Girón de Velasco.
¿Que por qué cuento lo anterior? Verá usted, en todos los casos y también en otros muchos que hoy no hacen, estos personajes y los regímenes que los amamantaron hundían sus raíces en aprietos como este que tenemos encima. La crisis, sea de valores o de dineros, siempre acaba pariendo escombros humanos como los mencionados. De ahí que haya que perseverar en unos referentes mínimos que impidan la deriva de las sociedades occidentales hacia los abismos de las dictaduras. Se empieza con los rescates de Merkel—Sanrajoy y se termina en Kosovo. O peor.
De ahí que los gobernantes —sin distingo de partidos, para qué— de cualquier nivel: Europa: estado nacional: comunidad autónoma: ayuntamiento o tribunal: tengan la doble obligación de cumplir y dar ejemplo. Mientras se sigan consintiendo excesos como los que descubrimos en los EREs de la cocaína o cerrando los ojos ante los dineros que se cepilló el coleguita Dívar en cenitas para dos o sigamos mudos ante las bolsas de basura repletas de euros que se esfumaron en Marbella… el personal seguirá sintiendo asco cada vez que asome por la pantalla del televisor un nota con traje y reloj putamai que le pide esfuerzos, calma y paciencia, mientras él o ella viven a cuerpo de rey —o mejor— dándole al móvil oficial de la mañana a la noche y levantándose lo suyo, lo nuestro y lo que toca al cepillo de San Antonio.
Mientras los políticos no acuerden unos mínimos que racionalicen el gasto y sus prebendas, nos encontraremos con bestialidades como aquella: cuando entonces: recuerda: cuando el alcalde de cierto ayuntamiento se montó unas fanfarrias y cuchipandas del tamaño de aquel famoso Festival de Cine Político —¿fueron seiscientos o setecientos mil los euros dilapidados?—que ahora tenemos que pagar recortando los dineros que habría que dedicar a los talleres de los más ancianos, por decir algo, o a acomodar al siglo XXI los aseos de cierto centro educativo donde el alumnado más gordito se ve obligado a evacuar y limpiarse con la puerta entreabierta, porque lo que es con ésta cerrada no hay modo. A veces uno piensa si quienes nos gobiernan tendrán abuelas gorditas o parientes discapacitados, o vergüenza. Líbresenos del retorcijón mañanero…
De sevilla
Si todo esto es verdad,que lo es ,la Prensa ,la televisión y demás medios públicos son unos hijosdalgo por mentir como bellacos y darnos jurbol con saña.