Flavio Lo Tártaro, propietario de la pizzería La Vita è Bella, ha vuelto a llevar el nombre de Ronda por segunda vez consecutiva al campeonato del mundo de la pizza en su vigésimo quinta edición. Pese a que “el listón era más alto” con grandes pizzeros que habían estado ausentes varios años, su creación con gambas blancas de Huelva, boletus franceses y tomates cherry de Almería, acompañada de un vino rosado y roble de Chinchilla, causó sensación entre las más de 700 pizzas que se presentaron ante los jueces entre los días 11 y 13 de abril en la ciudad italiana de Parma.
La participación española aumentó de 28 a 49 participantes, contando el mundial con las tres asociaciones más importantes del panorama nacional como son la de Málaga, Tomelloso (Ciudad Real) y Barcelona. Lo Tártaro viajó a Italia con el objetivo de mantener la distinción conseguida en 2015 de ser el mejor español clasificado, lo cual volvió a lograr, “era difícil competir con ellos, pero gracias a dios se han quedado detrás de mi”, aunque a eso le sumaba un reto aún mayor: estar entre los 100 trabajadores de masa más prestigiosos del mundo. “Al día siguiente del campeonato, mientras estaba en un restaurante en Málaga, vi los resultados y se me quitó hasta el hambre cuando mi nombre estaba en el número 17 del mundo (149 en la general de 2015)”, cuenta el propietario de La Vita è Bella con una sonrisa de oreja a oreja y sin caber en sí mismo de la alegría.
“Al conocer el mecanismo del campeonato fui mucho más tranquilo, más preparado y pude llevar los productos de aquí”. La experiencia de su primera participación en la edición anterior fue clave, como clave sería la fermentación a la hora de preparar la masa para la que tuvo más tiempo y por tanto le dedicó una preparación perfecta: “Este año he podido conseguir la fermentación de la masa como quería, más lenta, a 36 horas, algo técnico y la preparé un día y medio antes de concursar. La dejé reposar en la nevera y las últimas 7-8 horas a temperatura ambiente, un contraste que hace que disfrutes de un producto hidratado y mucho más ligero”.
Este campeonato, como Lo Tártato explica, “es un poco particular” porque depende del año y del gusto de los 10 jueces, “hay que encajar con productos no demasiados sofisticados para no salir del carril de lo normal”. No basta con una bonita presentación ya que son muchos los detalles que se valoran: “Cuatro son los que prueban tu pizza, el resto son jueces de horno, para ver el tipo de cocción, de banco, para ver la técnica, organización y limpieza; y por último un juez de presentación para ver la apariencia que das al plato.
De una entrevista de un cocinero y un pizzero de los más famosos de Italia surgió este brillante “plato de cocina adaptado”, una pizza totalmente distinta a la que presentó en el certamen del año anterior. Tres horas de cocción para la salsa realizada con tomate cherry ecológico de Almería, dos cabecitas de ajo, boletus frescos, aceite del mismo producto, setas de cardo, albahaca y perejil; y tras un reposo de 24 horas, le añadió mozarella de búfala de la provincia de Salerno de donde proviene el pizzero, y encima gambas blancas de Huelva con perejil y otro poco de aceite de boletus. Esa es la obra que presentó Flavio Lo Tártaro y que lo llevó a situarse muy cerca de lo más alto: “Cada año tengo que ir dando un paso más, no es fácil, este año me he quedado con 769 puntos y el ganador francés ha cogido 850”.
Su objetivo es ganarlo algún día, aunque está “súper satisfecho” de estar entre los 100 mejores del mundo. Ronda puede presumir de pizzero.