El tiempo corre, aunque algunos no lo quieran ver. Y nuestros políticos siguen enrocados en sus puntos de salida, sin apenas movimientos significativos. También se pueden aplicar otros símiles de juegos, menos cultos o intelectuales que el ajedrez, pero mucho más infantiles y divertidos, como es el juego de “las cuatro esquinas”, en el que se grita “rebujina, rebujina, cada uno a su esquina” (las esquinas suelen ser cuatro -nunca mejor dicho-), o el de la “gallinita ciega”, donde el jugador que ha perdido, con los ojos vendados, trata de tocar e identificar a alguno de sus compañeros, o también el juego del “escondite”, en el que todos se ocultan mientras uno de ellos, con los ojos cerrados, cuenta hasta veinte y luego dice: “el que no se haya escondido tiempo ha tenido”.
Pues sí, en un ámbito tan serio y responsable como debería ser la formación del Gobierno de la Nación (España), parece que los políticos que elegimos en las generales del 20 de diciembre de 2015 (que ya va quedando lejos), se dedican a simular algunos de estos juegos. Se rodean de los suyos (no siempre incondicionales) para defenderse del adversario (enroque); se queda cada uno en su esquina (cuatro), después de algunos intentos de intercambios, pero siempre burlándose de los demás (el pueblo). Cuando no, intentan identificar (descalificar) al contrincante, con una venda en los ojos, ciegos de poder, sin ver más allá de sus propias narices, cuando lo que deberían hacer es luchar entre todos por el bien de los intereses nacionales, abrirse, dar la cara, mostrarse al descubierto, sin esconderse tras oscuros parapetos cuando el contrario mira para otra parte, como en el juego del escondite.
Bien está ya, señores, de teatro (y los meto a todos). ¿Tan mal lo hemos hecho los españoles votando? No. El pueblo siempre vota bien. Sois ustedes los que no sabéis estar a la altura de las circunstancias. Y jugáis con unas normas que no os las merecéis porque, visto lo visto, aquí se debería cambiar la ley electoral y, aparte de la Ley D’Hont, que da más o menos igual, lo que sí debería regir es las elecciones a dos vueltas (como en Francia y otros países), donde el ciudadano decide hasta el último momento sobre la oferta electoralista.
Otra cosa que nos gustaría (y sería justo) es que no cobraseis un euro mientas no alcanzarais un acuerdo, pues se va a dar el caso de que estéis cuatro, cinco o los meses que sean, sin hacer nada de nada mientras los españoles de a pie os estamos pagando de nuestro bolsillo.
Cuando este artículo sea publicado, quedarán poco más de 15 días (contando sábados y domingos) para que el Rey disuelva las cortes nuevamente. Se prevén frenéticas estas últimas semanas, pero no parece probable nada especial, pese al manifiesto firmado por unos 100 intelectuales, en favor de un acuerdo proclive al cambio (PSOE, Podemos y Ciudadanos), y la suavización de Podemos en algunas manifestaciones de su número dos (el Sr. Errejón).
Por su parte, el Rey ha fijado ya las fechas del 25 y 26 de abril para una tercera (y última) ronda de contactos con los diferentes grupos políticos. Si propone candidato, éste sería sometido a investidura el 29 de este mismo mes, necesitando ser apoyado por mayoría absoluta de los diputados, o mayoría simple en segunda votación, 48 horas después. Finalmente, podría producirse un acuerdo in extremis el día 2 de mayo (“bonita fecha”) antes de las 12 de la noche, momento en el que automáticamente quedarían disueltas las cortes (estas efímeras cortes, en su caso).
Pero, el PSOE insiste en el pacto a tres (con Podemos y Ciudadanos). Podemos no cede, pero tampoco tira la toalla. Ciudadanos lo ve complicado. Y el PP (lista más votada) se aferra a liderar un gobierno de coalición con PSOE y Ciudadanos.
¡Qué bonito quedaría un utópico acuerdo a cuatro (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos)! Pero bajemos de la nube y, en la realidad, no parece lógico ni prudente un pacto a toda costa, a pesar del dicho popular que reza “Más vale un mal acuerdo que un buen pleito”, así que es preferible vernos en junio nuevamente ante las urnas. El pueblo es soberano y debería darle una buena lección a los políticos. Pero salga lo que salga, es la voluntad del pueblo, y ellos tendrán que acatarla, o buscar otro “trabajo”, por ineptos.