Conforme se acerca la fecha de la moción de censura que apartará a Mª de la Paz Fernández de la Alcaldia rondeña y dará paso a Teresa Valdenebro a convertirse en la tercera primera edil de nuestra ciudad, parece que la tensión crece entre los grupos políticos implicados en la misma tanto en uno como en otro sentido.
Esas confrontaciones, tan estériles como innecesarias, no hacen sino acrecentar en la ciudadanía esa sensación de que los políticos van más mirando sus propios intereses, en algunos casos su puesto de colocación temporal, que el bien general de una ciudad, que debería ser su único objetivo cuando se presentan a un cargo como el que representan nuestros 21 ediles.
Los datos hablan por sí solos y realmente hablan mal de ellos. En las pasadas elecciones municipales votaron menos del 50% de los ciudadanos con derecho a ello (en las generales celebradas siete meses más tarde lo hicieron más del 70 % del censo), lo que da idea del desapego que más de la mitad de los rondeños manifiestan con sus políticos locales, por lo que los cruces de declaraciones más o menos descalificatorios que se producen entre ellos no parecen colaborar precisamente a la mejora de esa imagen.
Nuestros representantes electos deben considerar que en la política local se debe pensar primero en el interés del rondeño, dejando a un lado las inevitables maniobras partidistas y si se pudiera, alejando al máximo el interés personal por muy complicado que les pueda resultar a algunos.
Descalificar al adversario para justificar nuestros propios errores (vale para todos ellos), no es más que una muestra de debilidad política que no conduce a nada, o mejor dicho conduce a la situación actual que vive nuestra ciudad y de la que ellos son los máximos responsables.
Tendrán que preguntarse si realmente todo eso merece la pena.
