Don Luis está hoy bastante animado. Habla del fenómeno Podemos, de su origen y desarrollo.
—La genialidad de estos tipos fue poner el careto de Pablo Iglesias en la papeleta de las elecciones europeas. La gente llegó a unas elecciones que le importan un carajo y observó la cara del tipo este al que muchos habían visto en televisión. Es ahí cuando se produjo el milagro.
Sin embargo, Julián está algo más alicaído. Su rostro muestra una expresión cercana al asco o por lo menos al malestar. Don Luis enseguida le pregunta por ello.
—¿Te encuentras bien, amigo?
—Es que hay cosas que no soporto —contesta este—. No soporto la hipocresía de los que nos gobiernan, sobre todo.
—No te sigo —dice don Luis.
—Es por el tema este de Turquía y la Unión Europea. Yo fui emigrante. Es cierto que fue en Londres, y en unas condiciones infinitamente mejores que las que tienen los refugiados ahora, no pretendo compararme con ellos, pero no me habría gustado que me trataran como mercancía política, que me expulsaran a Turquía porque nuestros políticos son incapaces de encargarse de la gente que sufre. Pero esto está en nuestra conciencia solo un día, a la mañana siguiente la noticia de portada cambia y es que el BCE cambia los tipos de interés. Qué nos importa el interés si están jugando con las vidas de la gente. Decía usted eso de que las europeas no le importan a nadie un carajo y tiene razón. Pero más o menos democráticamente en Europa están jugando con nuestras vidas dándoles la importancia de un órdago en una partida de póquer.
Don Luis está sorprendido ante la profunda disquisición de su amigo. Se quedan un rato callados. Solo puede darle la razón, no caben peros a sus argumentos.
—La democracia nació en la antigua Grecia y desde entonces hasta ahora se supone que en Europa hemos sido adalides de la coherencia, el respeto y el desarrollo, por encima de otros pueblos. Sin embargo esta gente está cometiendo tropelías delante de nuestras narices y no podemos hacer más que tragar y procurar que se nos olvide lo más tarde posible, aunque el BCE cambie los tipos de interés —concluye el mayor de los dos interlocutores.