Tenemos muy enraizado en nosotros que no hay que estudiar de memoria, que eso es muy laborioso y de poca utilidad porque las cosas hay que comprenderlas para evitar el olvido. Esta aseveración representa un paradigma porque sin memoria no hay aprendizaje posible. Si bien es cierto que hay que retener para comprender y que se debe razonar lo que se lee o estudia, eso es otra cosa, no hay que buscar en la memoria algo negativo.
Al mundo le está faltando una buena teoría sobre la memoria y sobre su relación con el aprendizaje. Sin memoria seríamos simples vegetales y hojas arrastradas por el viento, no podríamos pensar, sentir o actuar ni tampoco inventar nuestro futuro. Por eso es que mirando hacia atrás en nuestra vida podemos decir que somos lo que recordamos.
Sin memoria no sabríamos leer, lo que es muy grave, ya que fue el tallado del alfabeto en el cerebro lo que le otorgó al hombre el liderazgo en el planeta.
Sin memoria cuando hablamos estaríamos obligados a leer el discurso y perderíamos la comunicación con el auditorio. Las fallas de la memoria nos llevarían a perder concentración al tener que dudar sobre todo. Sin una buena memoria la inteligencia no tendría el material para crear ideas ya que éstas no surgen de la nada y tampoco podría resolver nuestros problemas. En síntesis, la memoria regula el proceso intelectual, se relaciona con todo y también relaciona las partes entre sí. Por eso tenemos que ejercitarla con el fin de sacarle partido y rendimiento, pues representa una tesoro que en la medida que cada cual quiera y pueda no deberíamos dejar funcionando en piloto automático.
Desacreditando a la memoria no se distingue su importancia en el proceso intelectual, no se puede dividir al cerebro en compartimientos, es un todo superior a la suma de sus partes. Con la memoria se piensa y se aprende, así como aprender no es memorizar tampoco pensar es razonar, todo razonamiento es pensamiento pero no todo pensamiento es razonamiento. Por esta causa es por la que desde la memoria pueden derivarse ideas ilógicas pero formidables. Por otro lado a veces recordamos cosas que no sirven y en otras olvidamos un dato clave para algo de suma importancia. Una memoria organizada es como un holograma, se puede llegar al recuerdo desde cualquier parte. La mente, como el paracaídas, sólo funciona cuando se abre, al recordar se restringe el aprendizaje pero trayendo a escena sucesos del pasado y haciéndolos presentes se pueden cotejar con cosas que están ocurriendo y planificar mejor las actuaciones. Esto representa claramente la experiencia.
Memorizar y aprender no son funciones simultáneas pero las conexiones de la memoria, su combinación alternativa, permiten procesar de manera rápida la información nueva y buscar información anterior para dar una respuesta sólida a los problemas. Anclarse con exceso en la memoria, puede ser un peligro para mucha gente cuando la memoria se convierte en estática y no facilita el acceso a la sabiduría.
A todos nos ha ocurrido y nos ocurre con frecuencia que intentamos recordar algo que no se nos viene a la cabeza, por ejemplo dónde hemos aparcado el coche, y de ninguna manera se nos ocurre el lugar. Si alguien nos dice donde lo ha visto, en ese momento nosotros podemos verlo y recordar exactamente la imagen del coche aparcado. Ello significa que la imagen del coche y el lugar está grabada en nuestra mente aunque no lo hayamos recordarlo por sí solos. ¿Que ha fallado entonces?, nos han fallado las conexiones de la memoria, o por así decirlo los conductos que nos llevan al lugar de nuestra cabeza donde está la imagen que queremos recordar. La Conclusión es clara, que hay que ejercitarla para limpiar los conductos o conexiones entre las distintas partes de nuestro cerebro.
Tras la muerte de Einstein, los científicos estudiaron su cerebro y detectaron que su rendimiento no se relacionaba con su peso sino con la forma en que lo hacía funcionar, su valor derivaba de las conexiones de la memoria. El hardware cerebral es un recurso democrático, lo que hace la diferencia es el software intelectual.