Rivera en El Hormiguero, Rajoy en Tiempo de Juego y Sánchez jugando al tenis de mesa con Bertín Osborne. Ése es básicamente el resumen de la semana electoral de los tres candidatos a la Presidencia del Gobierno. ¿Qué les parece? Yo he de reconocer que tengo sentimientos encontrados.
Al principio la idea de ver a los individuos que tienen que decidir nuestros destinos haciendo el payaso en los medios de comunicación me parecía una frivolidad. Pero los vi. Vi a Rivera hablando de onanismo, escuché a Rajoy dando su opinión sobre el Madrid de Benítez y a Sánchez poniendo en común sus tácticas de ligar con Bertín. Y me gustó y me pareció bien y he de reconocer que incluso me arrepentí por un momento de haberlos puesto a parir. Estas cosas los humaniza, los enternece y nos hace comprender que a veces se nos olvida que los que nos manejan son hijos de su madre y de su padre, que por muchos años que lleven no salieron de las entrañas de las Cortes.
Pero llega la mañana, el periódico y la radio. Y llega Artur Mas, que también tendrá madre y padre, dicho sea de paso, y los yihadistas, de los que me parece increíble suponer que algún día fueron niños inocentes. Y es cuando los líderes tienen que responder, ser tajantes, cuando les exigimos que se comporten como los padres de la patria que debería ser. Y la imagen tierna de Rajoy enfadándose y dándole una colleja a su hijo se nos olvida y nos parece una vergüenza que no actúe en el asunto catalán o que se mantenga entre dos aguas en el asunto del ISIS. Y pedimos a Sánchez que tenga los pies en la tierra y se imponga a la falta de liderazgo que muchos le achacan o no patine a la hora de hacer determinadas afirmaciones, como decir que el PSOE aprobó la Ley del Divorcio.
Cada momento en su hora, cada cosa en su lugar y esta semana de aliviar tensiones les habrá venido bien a todos. Faltan 20 días para las elecciones, este mismo lunes hay ya un debate y se acabó la humanidad y la ternura. Agunos, como Monedero, no han dejado ni pasar la semana, y se han lanzado a hacer sus habituales lamentables e infantiles acusaciones de tasca de bar. “Let’s get ready to rumble”, que dicen los anglosajones antes de los combates de boxeo.